EL Rincón de Yanka

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domingo, 28 de abril de 2024

"HOMOGENEIZADOS Y ATOMIZADOS" por JUAN MANUEL DE PRADA y LIBRO "EL REINO DE LA CANTIDAD Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS" por RENÉ GUÉNON

HOMOGENEIZADOS 
Y ATOMIZADOS

Leo una entrevista a un hombre que presume de haber visitado absurdamente «todos los países del planeta» (como si para conocer el mundo entero no bastase con quedarse uno quietecito en su pueblo). Cuando el entrevistador le pregunta cuál ha sido, entre todos los que ha visitado, el país que más le ha sorprendido, el visitador afirma: «Diría que Corea del Norte, porque es único: la sociedad está estrictamente regulada y te sientes en un mundo paralelo lejos de nuestros cánones: la ropa, las costumbres o la arquitectura, que sólo ves por allí por el hermetismo imperante, te sorprende y descoloca». Es una respuesta digna de estudio.

Por un lado, al viajero impenitente le sorprende que exista un país cuyas gentes no se ajustan a «nuestros cánones» en su atuendo, no repiten las costumbres que rigen para el resto del planeta y, para más inri, viven en casas que «sólo ves allí». Es decir, le sorprende lo que debería parecerle normal. Cuando yo era niño, todavía alcancé a estudiar los atuendos distintivos de las diversas regiones españolas, y también sus construcciones particulares (el pazo, la masía, el caserío, etcétera). En realidad, lo sorprendente no es que las gentes de regiones distintas (y no digamos de territorios tan exóticos como Corea) vistan de formas distintas o construyan viviendas variadas, sino que vistan de forma estandarizada y vivan en cuchitriles cortados por el mismo patrón. Pero el visitador de la entrevista, para explicarse la distinción de los coreanos, necesita urdir razones que se nos antojarían estrambóticas, en un mundo que no estuviese desquiciado: los coreanos visten de forma distintiva y cultivan costumbres propias porque viven en una sociedad «estrictamente regulada». En cambio, que un señor de Albacete y otro de Tokio vistan igual y vivan en casas semejantes se nos antoja algo propio de sociedades libres.

Se trata, naturalmente, de un completo contrasentido. La uniformidad de la vida manchega y japonesa no es natural, mucho menos espontánea, sino forzada; no por una regulación estricta como la coreana, sino por una coerción invisible que moldea alevosamente nuestras conciencias y convierte nuestra humanidad distintiva en una papilla homogénea. Hemos sido configurados –o reseteados– por un capitalismo global que nos ha obligado (muy dulcemente, sin que advirtiéramos la ingeniería que actuaba sobre nuestras almas) a renegar de nuestras costumbres, para imponernos formas de vida por completo extrañas a nuestras tradiciones que, sin embargo, aceptamos estólidamente, como si tal homogeneización fuese deseable y venturosa (y no una forma monstruosa de sometimiento). Pero, para completar esta ingeniería proterva, el capitalismo ha tenido que suplir la querencia natural que toda persona siente hacia las tradiciones propias por una fragmentación de esa papilla homogénea en identidades variopintas que nos hagan sentir 'especiales', con una finalidad doble: por un lado, la creación de nuevos 'nichos de mercado'; por otro, el azuzamiento de antagonismos sociales que encizañan a los miembros de una misma comunidad, para debilitarla, creando un hormiguero de 'nuevas identidades'. 

El capitalismo SALVAJE (Y EL COMUNISMO) nos quiere convertidos en papilla homogeneizada, pero al mismo tiempo a la greña, dividida en grupúsculos muy reivindicativos y pretendidamente singularizados (por su raza, por su religión, por su sexo, por su 'género'), cada vez más atomizados: feministas transgénero, homosexuales negros, curas casados, ecologistas no binarios, parados lesbianos, etcétera. Así, cada atomización sucesiva genera unas reivindicaciones propias (o sea, un 'nicho de mercado'), cuanto más estrafalarias mejor, acompañadas de 'debates' que convierten la vida social en un manicomio de loritos sistémicos que se consideran especialísimos, distintivos y únicos, aunque todos vistan los mismos harapos, aunque todos vivan en los mismos cuchitriles, aunque todos regurgiten las mismas consignas (que les han instilado en sus conciencias reformateadas).

Esta labor a la vez homogeneizadora y atomizadora que realiza el capitalismo, para convertirnos en papilla de gentes enviscadas nos recuerda la acción de los demonios, según se nos describía en los viejos tratados de teología. Los demonios odian la diversidad humana, que perciben como una afrenta, y necesitan uniformizar a los hombres, hasta convertirlos –a su imagen y semejanza– en hormiguero o legión; pero, a la vez que uniformizan a los hombres, los demonios los encizañan y enviscan (de ahí que los llamemos diablos, que significa 'separadores'). Así, infestándonos malignamente, el capitalismo ha contrariado nuestra naturaleza diversa y vinculada, convirtiéndonos en una papilla homogeneizada y atomizada. Pero los raros son los coreanos.

1945 - René Guénon - El Rei... by Jorge Ramalho


sábado, 27 de abril de 2024

LA SOCIEDAD PERDIDA (III): "LA NEGLIGENCIA POLÍTICA", "LA INCAPACIDAD DE REBELIÓN" e "IGUALDAD SOCIAL" por ANTONIO HR

LA SOCIEDAD PERDIDA

La negligencia política 
de la sociedad española


El accidente, es inconsciente, es imprevisto, es repentino, es incontrolable, es inédito, no se podía haber evitado; la negligencia, es consciente, en algunos casos, sin necesidad de ser a propósito, en cambio, se termina dando o se deja o permite que se dé, no es que se pudiera haber hecho mejor, es que se podía haber parado y evitado, la negligencia es controlable, es cómplice, el daño ya está hecho.

Siguiendo la estela del propio Régimen de los partidos del Estado, el rastro de fracaso y derrota que va dejando a su paso el consenso o unanimidad en el pensamiento entre quienes habitan dentro de la veda legal de la acción política, lo que ha traído esta forma sociopolítica a los españoles desde la Transacción a la muerte del Dictador hasta este estado actual de las cosas, es la necesidad por parte de los artífices del “tinglado”, herederos del Régimen anterior, y a lo largo del actual Régimen, mediante sus sucesores, de mantener lo único que hoy puede sustentar, por razones fundamentales, los pilares esenciales del mismo Régimen del 78, que es el cinismo y la corrupción, y la ficción del bienestar público y la justicia social. Así han aprendido a crecer las últimas generaciones de españoles. En la costumbre de la corrupción. En la costumbre de la corrupción. Lo inédito pues, en España, es que los políticos estuvieran en la cárcel. No es de extrañar entonces y como resultado lógico de la experiencia partidocrática, la situación de hastío, de desesperanza y de impotencia de la mayoría de las personas, que resume y refleja el panorama público en España, y que, cualquier ser, puede observar allá donde se encuentre, dentro de nuestras fronteras, un verdadero desguace desolador. De lo que fue a lo que es, o, mejor dicho, a lo que ha dejado ser. Y como todo lo público no se puede tapar o esquivar, ni puede ser interpretado como una opinión personal, ya que es un hecho, y porque no está sino a la vista de cualquiera, ninguna persona sensata, cabal y decente puede negar pues la perentoriedad de un cambio drástico que pare la evidente situación de demolición de la Nación española. El estado de la moral que sufren hoy una gran mayoría de los españoles, que están extraviados en el Régimen partidocrático, resulta peligroso, no sólo para el transcurso de la vida en sociedad o el crecimiento mismo de la propia persona, sino en lo que se refiere al porvenir de las generaciones venideras.

Todo el edificio partidocrático trasciende, al final, como se puede observar claramente, en una expansión de la corrupción, de lo que se puede tocar y de lo que no, de lo físico y lo espiritual, hasta los últimos cabos de la nación, en toda situación y momento, y, que, en el transcurso del deterioro de todo, ya no se encuentra cabida para más infamia sino es en el descaro y la impudicia de quienes observan desde el poder la impasividad de los españoles. Los más cobardes sonríen bufonescamente mientras adulan a los amos que instituyen y camelan. Los que no saben o no quieren saber, transcurren de un modo insolente o indiferente hacia los asuntos públicos. La pereza, que es pecado capital, y la actitud general de quietud social, propia de las necrópolis, dan ventaja en la carrera política a los oligarcas para avanzar en sus planes y objetivos por mantener el poder, mientras custodian, agradecidos por sus adeptos votantes, a una sociedad cada vez más exhausta y agonizante ante las injusticias y la corrupción. La realidad perdularia existencial de la sociedad española nos está dejando ver hasta dónde llega su peor cara, no sólo observando la nula aptitud para la reacción, sino siendo la desconfianza y el fanatismo hechos y actitudes entre convecinos, e incluso entre familiares, cada vez más cotidianos. No puedo dejarme en el baúl del olvido, el gran motivo por el que, la sociedad española, muestra aversión a la reflexión, a la sensatez y al consejo, esas son las recalcitrantes y vetustas ideologías que usa la propia propaganda para el teatro de los sueños, que, manteniendo las urnas llenas de ofuscados, más que promover una solución, son la causa que mantiene a los españoles apartados de su realidad política.

Por consiguiente, a todo lo anterior escrito, y porque la realidad intelectual histórica de los españoles trae un inmenso océano de desconocimiento sobre los asuntos públicos, ya que el Estado ha sido siempre, y sigue siendo hoy, quien organiza la vida pública en España, y como nunca tuvieron la experiencia los españoles del peso de la responsabilidad de decidir su futuro en Libertad, ni de elegir las formas de gobierno ni quienes les han de gobernar, es normal que la reacción, que no es acción política, como un ciego ebrio en mitad de una estampida, sea la conocida indignación social continuada y permanente. Pasto para el poder. Indignación que reconoce esos efectos, como la infamia, la injusticia y la corrupción, esas penurias que, al que más o al que menos, le llamaron a su puerta, pero que, sin embargo, se equivoca en su apreciación, no da crédito de las causas que los produce, no da con la clave para zafarse, así de simple que, porque si diera con ella, no se indignaría. El indignado termina en el delirio y el hastío. Un indignado sólo puede ser eso, una persona que no sabe, que ignora las causas que le indignan, y que, en su intento por sacar la cabeza para coger aire votando o saliendo a la calle a manifestarse pidiendo Derechos u otras incumbencias, ve la derrota en el intento de acción haciéndola fracasar siempre, se ahoga en las arenas movedizas del mismo Régimen al que pretende combatir. Un indignado, cuanto más se mueve, más se hunde, por eso no es apto para una acción política inteligente.

Sin embargo, aquellas personas que se han liberado del juego partidocrático, que han aceptado el error de haber votado alguna vez, que han superado su soberbia; que han visto la gran mentira en la que viven los españoles y lo dicen o lo denuncian, que asumen la realidad con responsabilidad cívica, con integridad en los asuntos políticos y que no se dejan engañar por el primer pregón político en escena, lo primero que se les ocurre, por decencia, es NO VOTAR A NADIE, seriamente, en conciencia, sabiendo que es un juego fraudulento; no creo que haya otra manera de caminar con dignidad en España hoy. Aquellas personas reciben el nombre de Repúblicos, estadistas de la política, que conocen bien los asuntos del poder, que caminan con la aptitud del que sabe hacia dónde se dirige, sin temor en su andadura contracorriente a lo preponderante, que es lo anormal y lo deprimente, y por destacar en su actitud ante una sociedad incapaz, darán ejemplo de ciudadanía, revolucionan lo establecido, ya que, tienen el control de su posición política, y porque, ya no es posible que caigan más veces en la pretensión de ir a las urnas del Estado de partidos a legitimar la desgracia. Una vez abiertos los ojos ya no hay peligro. Aquellos, saben que la penuria y la calamidad se encuentran en la ausencia de Libertad Política Colectiva y de Democracia, que la corrupción sistemática de todas las instituciones, y también la división social, que va en aumento cada día, se da porque no hay separación de poderes Legislativo y Ejecutivo, es decir, porque España no tiene aún una constitución en vigor. Esto no es una reflexión de izquierdas ni de derechas, esto es un hecho político real, que existe y se está dando a diario, y que echa de menos la voluntad de la sociedad española para cambiar la situación de las cosas; empezando por una reflexión moral y de valores cívicos. Ya la realidad y los hechos ponen en evidencia el temor que hay para oponerse a quien abusa de poder, ya las urnas delatan la voluntad de los españoles, puesto que, no sirviendo para la elección de nada, no siendo representativas del elector, sólo pueden mostrarnos la servidumbre voluntaria de un pueblo que se somete ciegamente y por devoción a los que le hacen agonizar. El cinismo y la demagogia partidista ha sedado las mentes débiles y despistadas de la mayoría de los españoles, que han hecho del Estado sin control una religión por bandera; no importa si la mofa, la humillación, la mentira y el vasallaje llegue a la mesa de los españoles, 2/3 de ellos siguen diciendo que siga el juego tortuoso de la partidocracia. Quizá sea a base de golpes de la manera que muchos tengan que aprender antes de haber reflexionado sobre lo que aquí escribo, del mismo modo que muchos otros han tenido ya la experiencia en la calamidad.

Los españoles se equivocan. El Estado de partidos en España se mantiene vivo gracias a los cobardes, los cínicos, los neutros y los oportunistas. Por aquellos que miran para otro lado ante la barbarie sociopolítica que nos ha acompañado y que acontece, y por aquellos que son incapaces de hacer oposición a la oligarquía de partidos descontrolada que hay dentro del Estado en España. Por aquellos que callan y están en connivencia con el juego social y político, y los que esconden su convivencia con la posición pusilánime de la excusa fácil de alegar que el cambio es imposible, mientras llevan de la mano las listas de partido, que ellos no han elegido, que les hace culpables igualmente de la corrupción, y que con su papeleta mantienen. Por aquellos cínicos que presumen de constitucionalistas sin existir una constitución que un solo juez en toda España pueda aplicar. Por los que participan de esta imparable degeneración de todo lo público acomodados a las prácticas de la ideología imperante de todos los partidos estatales, que es la Socialdemocracia. Por aquel tahúr de muchos, que, por motivos ideológicos reaccionarios, colmados de oportunismo en las urnas, niegan la realidad política legítima en el ejercicio de los españoles en las urnas encarnada en la degeneración del franquismo; republicanos de la Monarquía puesta por Franco; impostores que llaman concordia y reconciliación a lo que es realmente reparto de botín. Por aquellos que participan y han participado por miedo al “qué dirán”. Por los traidores a la Libertad Política y la Democracia. Por los que votan a facciones inmersas en la corrupción y el crimen de Estado, el mismo Estado administrativo Legal de Franco en los tiempos lóbregos y corroídos actuales de su ocaso, corrompido por el oportunismo, el vicio y la licencia; por el consenso entre antiguos enemigos. Esos son, los que, en silencio cómplice, de la mano con su fechoría y falta de valor humano y moral, permiten que su servidumbre y esclavitud siga más en vigor que nunca. Ustedes se han equivocado y se equivocan queriendo votar para arreglarlo. Los tiempos venideros, la verdad de las nuevas generaciones, la realidad de la historia y la experiencia, irán dibujando vuestras siluetas y moldeando la forma de vuestras caras en los lares más temibles y terribles de la Historia de España. Ustedes se hallarán en el desagradable recuerdo para la eternidad.

La incapacidad de rebelión 
y las aguas estancadas del franquismo.

Más que aprender de las consecuencias empíricas que ofrece esta forma de gobierno de Estado de partidos, y así, naturalmente, rebelarse y poder defenderse de los abusos e injusticias sociales, millones de españoles prefieren seguir buscando la solución al problema político durante el extenuante recreo y agobiante espectáculo dentro del patio donde siempre ha perdido la partida y nunca ha encontrado nada, más que corrupción, cinismo y humillación; esto es, que millones de españoles siguen atendiendo a la propaganda, indignados, y confiando en las listas de empleados que ofrece el poder, que son las facciones del Estado, que son el motivo de tal indignación, las cuales, anormalmente, apoyan en la urna. Y como la educación y el aprendizaje, en cuestiones públicas, solo puede venir, con la experiencia personal, de la mano de la Libertad Colectiva, porque sin Libertad Política un pueblo no puede madurar, los españoles generalmente permanecen así en una infancia y un estado cándido y pueril profundo, y como en España no ha habido un cambio de Régimen político desde la Guerra Civil hace ochenta y cuatro años sino que actualmente se vive en una Reforma de lo que existía antes, sin ruptura moral ni política, la mayoría de españoles se ven impotentes y exhaustos, realmente exánimes, sin herramientas para protegerse de los golpes que inevitablemente produce un poder corrompido como el que hay en España. Y como no ha cambiado la forma de pensar, como no ha cambiado la moral de servidumbre, como persiste el miedo característico a desobedecer y a los asuntos políticos heredado de la Dictadura, como toda la educación política de los españoles, unas veces por tendencia y otras por tradición que inevitablemente se ha transferido de padres a hijos, dos tercios de los españoles aproximadamente votan, o tienen la intención de hacerlo, a sus verdugos en las siguientes votaciones porque quieren creerse aún que ahí está la salida, como digo, exactamente igual que lo hacían sus padres y sus abuelos en la Dictadura, sin Libertad Política ni Democracia. Es decir, sin querer madurar.

El pensamiento público de la sociedad española no ha salido del recalcitrante patio de la servidumbre voluntaria y del miedo, de la represión mental, por consiguiente, viven con un pavor y un retroceso o complejo en las consideraciones de más calado en su vida pública acompañado por un enaltecido sentimiento de culpabilidad y rencor. Es normal que los españoles no crean ni tengan ilusiones ni esperanzas puestas en nada, ya que no creen ni en ellos mismos. Lo único que ha variado para la sociedad española ha sido que, sin cambiar las estructuras de poder durante el tránsito de un Régimen a otro de manera legal, sin haber hecho tampoco una ruptura moral con la Dictadura desde la Transacción política a la muerte del General Franco hasta la fecha, y en virtud de una Ley fundamental que no ha estado en vigor nunca ni puede estarlo y no condena los crímenes del Régimen dictatorial, la corrupción moral, y tras de ella, la institucional y gubernamental que genera el consenso político entre las facciones que se apoderan del Estado en el periodo de un Régimen a otro, es el motor de la relacion gobernado-gobernante, gobernado-gobernado y gobernante-gobernante. Esta corrupción en que las generaciones actuales han sido educadas en su máximo exponente, es algo que no conocían antaño, y que hoy se ha convertido en factor, no solo para poder gobernar, sino de convivencia social para las generaciones actuales, que a diferencia de las generaciones que vivieron el anterior Régimen, que no conocieron la Libertad, al igual que no la conocen aún hoy, pero en cambio, no era la corrupción por sistema un factor de vida política y social. Esta corrupción es aprobada y compartida hoy por una mayoría de españoles cada cuatro años en las urnas. Estos ejemplos de natural evidencia, esta forma de pensar y moral de las cuales empezamos hablando, en España encuentran el equilibrio en el cinismo, la mediocridad y la indecencia pública ya por costumbre.

La razón de vida para cualquier ser humano es la de su seguridad personal y su disposición social, su evolución y progreso, su triunfo en lo personal y colectivo, la creatividad y el desarrollo del talento, y como los efectos del Régimen de partidos impiden tales objetivos en las personas, hoy, cualquier rebelión social o individual tiene un cometido curativo, que va directamente relacionado y se origina en la conciencia para encaminar a la moral y darla oxígeno; y sirve también para dar ejemplo al vecino. Rebelarse u oponerse, no dar legitimidad o autoridad moral al poder corrompido siguiendo sus programas y matrices de conducta, o lo que es lo mismo, su propaganda mediática, política y social, es sano, es viable, robustece el alma y es en este momento necesario. Encontrar una persona así decidida, es sin duda un apoyo moral y de ánimo para aquellas personas honestas que se ven acorraladas por la corrosión de lo público y no sienten ya ningún interés en arreglar sus vidas porque no tienen ni las ganas ni la confianza en que pueda ocurrir un cambio; hoy esas personas nos encontramos rechazados y en muchas ocasiones estigmatizados por una sociedad de un único pensamiento.

Si no hay una respuesta lógica y natural de oposición a la constante degeneración de lo público que originan desde 1978 las facciones estatales, en virtud de la realidad social empírica, lo que hay entonces es soberbia y cerrazón, hay desidia y pirronismo moral, hay constante decadencia. No se puede vivir por encima de la realidad, ni por debajo tampoco; no se puede vivir ignorando el presente de corrupción; no se puede obviar el continuismo del legado de Franco mediante esta Monarquía putrefacta de corrupción puesta por el Dictador mismo; no se puede estar viviendo como si no pasara nada, en la inopia, o en la opinión y juicio personal, porque, lo que pasa, que son los hechos que están a la vista pública de todos, no tienen otra causa última y originaria que esa realidad insuperable por las generaciones de españoles actuales. Para el enfermado con la fiebre del consenso político, a quien las capacidades de su cerebro se han visto inutilizadas y atrofiadas a consecuencia de la prohibición de pensar, que es el resultado propio del consenso político, que son los efectos de su enarbolada reconciliación y concordia donde encuentran siempre su justificación política, la cura es el escepticismo y subjetivismo, conducidos y educados en la agonía del relativismo en cualquier ámbito y asunto del que se trate. El hecho de tratar a todo como si fuera una opinión y no un criterio verdadero es un síntoma inequívoco de una anomalía mental cuando se trata de describir algo o cuando hablamos de hechos ciertos y reales. Ese retraso es, no sólo mental en el sentido intelectual o psicológico, sino una anomalía y degeneración de la moral de los individuos, ya que no se puede tratar ya nada como verdad, de tal manera que la nación española ha tomado verdaderamente un aspecto propio de un centro psiquiátrico y un panorama de verdaderos seres enfermos, incapaces, de la mente puramente desquiciados. Sin cordura, sin sentido común y sin moral. Se vive con rencor, con ofuscación y con soberbia. Cualquier asunto se hace incapaz y se vive sin vergüenza. Se vive impotente.

Un engendro insoportable 
llamado “igualdad social”. 
La verdad parcial 
de la socialdemocracia.

Pasaré por aquí para dejar enterrado bajo tierra, con una simple y clara reflexión, el discurso y la intención que sostienen todas las facciones y agrupaciones políticas que habitan en Europa desde que terminó la Segunda Guerra mundial, y en España, a la muerte del Dictador, con los pactos del consenso entre antiguos enemigos, para volverse todos cómplices y pensar igual, y con ello, adheridos a la unilateral dirección política que toman todos los partidos europeos, imponer en España la ignominia, el cinismo y la barbarie humana de querer volvernos a todos iguales. Hablo de la ideología de la socialdemocracia, que todos, o la gran mayoría, han aceptado, siguen y acatan hoy sin considerar pertinentemente sus consecuencias morales en las sociedades actuales. Tendencia ideológica que, como hecho político fáctico, es la degeneración del socialismo y que no es ni mucho menos de izquierda, está políticamente incrustada en el Estado, es decir, contra todo aquello de lo que la sociedad gobernada se tiene que defender todos los días.

Con este mensaje aprovecho para advertir a todos aquellos huérfanos de intelecto, y también para mofarme de la propaganda de los partidos del Estado y de todos sus votantes seguidores que piensan como ellos, que aquí, al menos en este muro, no va a triunfar el cinismo y la demagogia que trata de vender la existencia de un liberalismo, de un comunismo o socialismo, o cualquier otra verdad parcial que se les antoje, direcciones políticas todas obsoletas actualmente. Precisamente la socialdemocracia es esa idea parcial que no compromete a nada, sólo a estar al lado de los ricos y poderosos y hundir al más débil. Lo primero porque sin libertad Colectiva las ideologías no existen, son todas falsas, y segundo, históricamente, porque todas esas tradicionales ideológicas desaparecieron en Europa por lo antedicho, y en España, a la muerte del General Franco, desde que todos los partidos, aunque mantuvieron el colorido y el discurso para la ficción de la propaganda y la distracción teatral del pobre ignorante y del fanático, que son los que llenan las urnas que los legitiman, dejaron de ser lo que eran para hacerse, en consenso, órganos permanentes del Estado, repartirse el poder que dejó el Dictador y hacer las listas de diputados ellos, y después, llamar a sus súbditos para que las refrenden. Sin libertad nadie puede probar lo que dice.

No sólo hay putrefacción moral de los españoles por ser partícipes de un fraude público votando listas de partido sin elección ni control político sobre ellas, o votar a facciones que están corroídas hasta el tuétano por la necesaria corrupción que precisa y premia el propio Régimen para poder funcionar, que son todas ellas viviendo del erario público; es la enfermedad moral que vive a base de cinismo y de matar todo valor propio relacionado con la naturaleza humana; la infame pretensión de querer creerse y hacer que todos seamos iguales, que es la ideología para masas en toda Europa de la socialdemocracia, esa que vende la utopía de la igualdad social y justicia social para enfermos de espíritu y afectados con el cáncer cerebral y moral del consenso político que lleva al nihilismo y al monstruo social.

El principio realizable de la libertad es el único que nos puede llevar a la igualdad de derechos y de oportunidades, es decir, a la democracia formal. La propia libertad Colectiva crea y garantiza esos derechos hermanados y ligados intrínsecamente con los intereses y la naturaleza de los individuos de cada país. Pero no existe ni puede existir la igualdad social, esa es la falsedad de la propaganda partidista que millones de españoles se quieren creer como si intentáramos tragarnos un ladrillo a bocajarro. La consecuencia en las personas de esta insania pretensión, conduce al pirronismo moral y la soberbia de no aceptar que se equivocan y que ese no es el camino correcto.

La naturaleza produce desigualdad necesariamente. Porque hay servidumbre, pero también hay dignidad; porque también hay torpeza y hay genialidad; porque hay cortedad, pero hay talento; porque hay hipocresía, pero también hay virtud; porque hay ineptos, también hay inteligentes; porque hay culpables y también hay inocentes; porque hay feos y hay guapos, hay gordos y delgados; porque hay holgazanes y porque hay trabajadores; porque hay cínicos, pero también hay sinceros; porque les hay que son ciegos, unos por no poder y otros por no querer ver. La libertad es realizable y es la herramienta, si es libertad Colectiva, de todos, para arreglar los defectos que la naturaleza produce inevitablemente. Mi libertad la constituyen los demás y con uno que no sea libre en una sociedad determinada, no es libre nadie.

No todos pensamos ni sentimos lo mismo, ni podemos sentir tampoco por el otro, por eso no existe ese conjunto de letras que se ha inventado la socialdemocracia de la “empatía”, es falso, no existe para la naturaleza humana ese vocablo, se usa para no decir simpatía o antipatía. No todos somos iguales y ese hecho natural es precisamente lo maravilloso de este planeta, y precisamente, es lo que ustedes, los socialdemócratas, los nihilistas, los que no creen en nada más que en el dinero y en votar sin elegir nada, ustedes, los que votan a partidos del Estado, quieren y están dispuestos a devastar y aniquilar por su ineptitud, por su soberbia y demencia furiosa y por su poca vergüenza pública.

Ustedes, los socialdemócratas, sois el ácido que come la grandeza de la naturaleza y la moral del hombre para dejarlo en el disvalor. En la nada. Sí, ustedes, los que votan a la socialdemocracia, que es la ideología de todos los partidos políticos en toda Europa. Es el fascismo de antaño mucho más desarrollado, es “El Estado Minotauro” de Bertrand Jouvenel. No digan entonces que es imposible cambiar de Régimen, lo imposible es lo que ustedes apoyan, que es querer hacernos a todos iguales y que es absolutamente lo contrario de la libertad y la democracia. ¡¡Cobardes y cínicos!! digan que ustedes son unos irresponsables y vanidosos y que no creen en nada. No se atrevan a negar una revolución con las listas conservadoras, lo cual, de derechas, socialdemócratas de partido estatal en la mano.

El fascismo hoy no se viste de blanco y negro con una ametralladora de la mano y una pistola en el cinturón, el fascismo hoy es un arco iris de muerte y desolación moral y mental que se mantiene legítimo en las urnas de las listas proporcionales de partido, enemigas de la libertad y de la democracia.

viernes, 26 de abril de 2024

LA SOCIEDAD PERDIDA (II): "HIPOCRESÍA DE VANGUARDIA", "INDIGENCIA MORAL" y "EL PRINCIPITO Y EL FAROLERO" por ANTONIO HR


LA SOCIEDAD PERDIDA (II)

Hipocresía de vanguardia

Ahora también se van a creer “la Guerra de Ucrania” “como si” fuera una invasión de Rusia por ocurrencia repentina o apetencia casual, como se creyeron “como si” hubiera una epidemia, o como hoy se quieren creer a base de cabezazos en la pared y vivir “como si” hubiera Democracia y Libertad. El infinito laberinto del “como si“.

¿No eran los de la socialdemocracia, ideología de prácticamente todos los partidos del Estado en Europa, y que los españoles votan en las urnas, los que querían a J. Biden y echar a D. Trump? Sí, esos del “No a la guerra“. Esos que hacen propaganda de la igualdad y los Derechos sociales. Los de lo “políticamente correcto“. Esos que votan a los partidos del Estado de la Monarquía de Franco, esos, los del consenso originario de “Los Pactos de la Moncloa“. Los de los Derechos humanos. Esos de la igualdad social. Esos del cínico y rancio progresismo autoritario herederos del Régimen dictatorial franquista. Esos que votan a sus propios verdugos después de la Transacción española y que votan a expoliadores y corruptos. Esos que mantienen la corrupción a base de fanatismo, indecencia e ignorancia ratificando listas de empleados de partidos que no los representan. Esos que votan a Vox, a PODEMOS, al PP, al PSOE… ¿Ahora van a rezar por Ucrania con el bozal o cualquier otro ridículo trapo en la cara, y luego van ustedes a reivindicar por los Derechos sociales y la igualdad social? Lo cierto es que han sido ustedes quienes han financiado todo esto, sí, lo han apoyado ustedes en las urnas ¿Ahora lo condenan cuando lo han pedido a gritos? ¿Ahora atienden a la propaganda del “No a la guerra” y de “Invasión rusa“? No pensé nunca que la anomalía mental y moral era de tal alto grado en las calles de España.

Lo primero que deben hacer los españoles como Nación, si es que acaso haya alguien que tenga tal conciencia de ser nacional español y miembro de una nación y un pueblo llamado España, es entender y llegar a tomar conciencia de lo que les sucede a ellos, que no lo han hecho aún; al menos en estas últimas cuatro décadas. Porque la sociedad española sigue fustigándose después de más de ochenta años de su Guerra Civil sin haber superado ese hecho ni haberlo entendido, ni como hecho histórico ni como hecho político. Todos sabemos que la hubo, pero pocos son los que pueden decir el porqué de aquellos hechos objetivamente sin agarrarse a sus modos y sentimientos ideológicos que lleven a la gresca y en ocasiones a la violencia. Es decir, superar ese hecho que hoy, casi un siglo después, absurda y lamentablemente, en cambio, es la inquietud que más les trasciende a los españoles y les condiciona. Deben entender también en qué Régimen de poder es en el que viven, y saber, qué clase de libertades y Derechos tienen y si tienen constitución o no la tienen, que tampoco lo saben. Preguntarse si hay Democracia o no la hay y dejar vivir de tópicos recalcitrantes y creencias personales, con afán animal de querer llevar la razón como ofuscados sin cabeza. Antes de querer hablar de hechos que, realmente, apenas influyen directamente en la vida cotidiana de los españoles, miren en sus casas primero.

“No a la guerra“, pero van a votar y a mantener a la socialdemocracia que se constituye mediante todas las facciones estatales de casi todos los Estados miembros de la Unión Europea en Bruselas, que es el origen y la causa de tal guerra, quien la apoya, la promueve y la comparte, con sus alianzas occidentales (OTAN) y con la pancarta en sus medios del “No a la guerra“. El cinismo característico de esta ideología rancia de la socialdemocracia es lo que ustedes apoyan y miman en las urnas, la que prepondera en Europa y está acabando con las sociedades y la cultura de las naciones del continente, con sus valores, ensuciando su moral y humillándola psicológicamente.

No creo que haya un pueblo más ridículo y más siniestro en todo el planeta tierra que el español, cada vez a peor y cada vez más muerto todo, más desesperación, crispación y locura generalizada, más pobreza, y lo peor, es que es una cuestión que les trasciende absolutamente. A ustedes, los socialdemócratas, les es indiferente el asunto y les es indiferente todo, nada más que arrimarse “al sol que más calienta”, de la mano del poder y el oportunismo para llevar a sus adeptos a la nada moral. Ustedes, los socialdemócratas, acogen la hipócrita propaganda del “buenismo” mientras la miseria llama a su puerta y la de su vecino. Pura y dura hipocresía de vanguardia. Muchos dirán que es una ofensa lo que aquí escribo, y con esas, van a votar a la corrupción de la socialdemocracia, que apoya y financia estos acontecimientos que suceden en el Este de Europa. Como también hay otros acontecimientos en otros lugares del mundo de igual carácter bélico, de los cuales los medios de la propaganda no se acuerdan, ni ustedes tampoco, pero que también, desde la socialdemocracia de todos los partidos estatales en España, se apoyan. La siguiente será, “pobres niños sirios“, o “qué pena de familias afganas” o “No a la guerra de Libia“, o “qué horrible el caso de los indígenas de Chiapas“. El caso que nos acoge aquí es mostrar el cinismo y el ridículo que hacen ustedes, los socialdemócratas, cada vez que se hace un manifiesto público. El motivo que nos concierne aquí, es mostrar que ustedes, los socialdemócratas, no pretenden nunca hablar de la verdad ni de lo cierto, ustedes se esconden bajo la buena fe y buena voluntad mientras prenden la llama del infierno; mientras niegan el hecho cierto de la ausencia de Democracia y Libertad Política Colectiva y mientras mantienen la corrupción de todas las instituciones en las urnas del Estado de partidos, prestan y siguen la falsedad de los medios y basan su vida en votar a facciones estatales ciegos y encolerizados con ustedes mismos, sin consciencia ni raciocinio ninguno, para terminar saliendo a la calle haciendo el ridículo con un trapo tapándose el rostro, y diciendo “No a la guerra“. (En la foto, la propaganda). Esa es la Socialdemocracia.

Para disimular la realidad, la propaganda de la Socialdemocracia para las masas utiliza el cinismo característico y propio de los Estados europeos, vistiéndose de paz, alardeando de Democracia y Libertad sin que exista ninguna de ellas, todo ello, para traer la Guerra, los totalitarismos de los Estados de partidos y los Derechos y libertades individuales otorgadas para mantener una sociedad atomizada y sobornada, y evitar, en cualquier momento y situación, a toda costa, la Libertad Política Colectiva, única Libertad verdadera y cierta, la Libertad Constituyente.

Indigencia moral

¿Ustedes no saben que hay consenso, que hay unanimidad de todos los partidos, y sindicatos, para estar juntos en el poder, que es un reparto de los poderes del Estado que dejó el Dictador, que no existe oposición política como tal ninguna, que no hay izquierda ni derecha, eso lo llegan ustedes a entender? Me refiero a los que votan o tienen intención de hacerlo. ¿Les quedan a ustedes fuerzas para aguantar la inmoralidad e indecencia pública que implica atender a los asuntos del Estado como son los órganos o facciones que lo componen (partidos políticos y sindicatos)?

La falsedad que se manifiesta en una persona con la intención de corroborar y corroborando en el juego sucio al votar a cualquier facción estatal con excusa de tal o de cual o en nombre de quién o de qué, el poco o ningún espíritu de quién ya no le importa nada en la vida de participar en un fraude electoral sabiendo que sí lo es por la ausencia de representación y facultad de elección por parte del elector, es la mayor de las miserias morales que ha podido germinar en la humanidad de la mano del Estado de partidos. Un espíritu social que se mantiene hoy, y tras más de cuatro décadas, a base de golpes al propio votante, que vive, sabiendo y sin saber, apoyando y legitimando la mentira y la corrupción sistemática del Régimen que lo somete, dándole legitimidad, apostando por órganos del Estado que no le representan, solo por interés ideológico, ideologías que son obsoletas y son utilizadas únicamente para excusarse en son de la participación. Un rebaño de individuos, muchos de ellos indignados, apoyan la corrupción diciendo que, otro rebaño de individuos, que también legitiman la corrupción con su voto, están equivocados de ideología o de “bando”. Los votantes tienen un espíritu que se sustenta otorgándose la autoridad moral y arrogancia de presumir de la mejor ideología, y sin existir ninguna ideología política, son todos ellos partícipes y cómplices de la corrupción generalizada.
La cobardía y el deterioro de la moral es de tal grado, que el votante español jamás tendrá valor a mirar a la cara la verdad pública y política. Una putrefacción del alma y el espíritu empujado por la soberbia y la postura de obcecado irracional, fanático de la locura premeditada.
Una modo de vida pública desorientada por la falsedad y la cobardía, que se aleja de la verdad política a golpes de indigencia moral e impostura hacia el suicidio de la sociedad. El apoyo a la corrupción con el voto utilizando la excusa de combatirla. La infantil y estúpida lloradera de la expresión “y el otro más” ante la inútil cuestión de la partitocracia de quién es el más corrupto, siendo el Régimen partitocrático del 78 un Régimen que sólo puede funcionar con corrupción, siendo este factor de gobierno.

Le interesa votar al corrupto, al cobarde y al fanático, o al enterado, interesa porque de otra forma implicaría reconocer la verdad pública ante los demás, por eso, tantos cobardes hablan de política a base de opiniones y de escepticismo, porque conviene torcer la realidad única para seguir compartiendo la corrupción, porque son incapaces de desprenderse de su inmoralidad pública. No hay otra manera posible y además pacífica que no sea la de abstenerse, ya sólo por el mero hecho de guardar la dignidad de uno mismo. No hay manera, desde dentro del Estado, de cambiar un átomo de lo que hay, esa excusa, no le vale más que al cobarde que no quiere cambiar nada. Son las facciones precisamente las que se han apoderado del Estado, los que lo componen, quien no lo van a soltar ni van a renunciar a él, nadie servirá al oponente que es la Nación en contra de sus intereses de partido ni de intenciones personales honestas; incluso si nadie los votara, aunque no haya más que miseria y degeneración. La clase estatal anclada en el Estado ha hecho de un servicio público una profesión, y eso es lo que los votantes legitiman, alimentan a un monstruo sin control en manos de personas que nadie ha elegido para estar ahí.

Realidad política que no reside en ideologías, ni tampoco en opiniones ni modos de ver las cosas, pues estas opiniones no tienen valor ninguno al ser personales, no está tampoco la realidad de los españoles en la economía ni en las clases sociales, no está en la igualdad social o democracia material, tal idea es una utopía naturalmente. La realidad política se puede ver muy bien y de manera sencilla en los resultados políticos reales, los que sí se ven y están a la vista de cualquiera, donde cualquier persona sea responsable objetivamente y se mire al espejo y se diga así mismo si está representado políticamente por una persona que hable por él y por sus convecinos ante el poder, es decir, si elije a una persona en concreto para esa función y reconozca quién es, y si verdaderamente hay separación de los poderes del Estado, es decir, si hay constitución o no la hay. Todo lo demás que se diga es falso y es mentira, como podemos ver tras la experiencia y los hechos fehacientes, porque es en lo que se sostiene la excusa del cobarde y de la mentira.

El juego de la Partitocracia ha superado el hecho moral de la servidumbre voluntaria de quién se somete voluntariamente a un amo, eso ha quedado atrás, el asunto es más horrible porque, tal participación, depende del rencor personal y el odio ideológico al convecino, no se cree ya en el acto de votar, se hace por despropósito; de la indigencia moral, una conciencia podrida instalada y sujeta en aquellos que, sin pudor ni vergüenza ninguna, ni siquiera con la más mínima responsabilidad cívica, presumen de su color faccionario haciéndonos creer a los que no votamos a la corrupción por dignidad, que ellos son la solución al problema, sabiendo y siendo conscientes de la única verdad política anteriormente citada, que no hay Libertad Política Colectiva, lo cual no hay democracia y que no hay constitución ninguna en vigor. La cobardía se ha hermanado mediante los votantes a España, que se sostiene mediante la mentira y la inmoralidad pública. No se quejen entonces ustedes si cada vez todo es peor, se toque donde se toque.

Y es verdad que los gobiernos tienen los pueblos que merecen.

El principito y el farolero

Hubiera pasado exactamente lo mismo, que nadie había prestado la más mínima atención al respecto, como ha pasado con el absurdo de la “viruela del mono”, que con la “gripe aviar” o “las vacas locas”, como todo lo que sucede en este Régimen de partidos estatales, asuntos de una envergadura necia y jocosa evidente y carente de seriedad ninguna a la vez que impertinente su propaganda en los medios, con el asunto político-económico al que se asoció oficialmente con una crisis sanitaria estos dos últimos años atrás, de la que ya, al parecer, nadie se acuerda después de los arrestos domiciliarios y el hurto de algunos Derechos universales básicos como es el de salir a la calle o ver a familiares enfermos o en residencias, o hacer autopsias a familiares muertos por enfermedad, por decir algunos de ellos; como si hoy no siguiese muriendo personas por gripes y otras patologías y se haya parado de repente de morir las personas; así de anormal todo. Digo, que no hubiera ocurrido nada exagerado como lo fue todo los dos últimos años, de no ser si no hubiera tanta cobardía, tanta impostura y tanto cretino en España siguiendo la mentira y todo el mundo hubiera seguido una vida totalmente normal, precisamente como hice yo y sigo haciendo, de prudencia, de sensatez y sobretodo, ante una situación de represión y coacción estatal y devenido vicio público, de probidad o integridad como persona cuerda y responsable cívicamente ante la impostura del poder descontrolado y la procesión que lo sustenta, que son la mayoría de individuos en España. La locura no habría llegado tan lejos y se hubiera puesto en evidencia a los infames, no así en el caso de España, donde se ha sobrepasado con creces el límite de lo anormal y la inmoralidad pública, porque son los propios individuos que padecen quienes mantienen la mentira, unos por miedo, otros por oportunismo y otros por falta de cerebro; hasta tal punto se llega a lo inhumano, que no sólo es que se vea el crimen y no se haga nada, sino que se aplaude.

Vivimos en una sociedad podrida en todo sentido y con todas las palabras. Perdonen que os diga. El día que se ponga en evidencia a todos los integrantes del entramado sanitario, de la trama propagandística y que podemos llamar también correctamente “terrorismo de los medios”, a aquellos agentes de Seguridad del Estado que abusaron físicamente y por coacción a los transeúntes, a los responsables y encargados de muchas residencias de ancianos, farmacias, etc., y a los que, aún hoy, venden y sostienen la mentira hablando de “la vacuna” o llevando trapos en la cara, hasta ese día, yo no quiero estar relacionado ni conformar esta basura social de la que solo pueden ser partícipes los mentirosos, los canallas y los cretinos.

Y es que, esta es la prueba, para muchos incapaces mentales y demagogos, para decirles hoy, aquí, públicamente, que no hay ningún “PLAN”, ningún “NOM” ni cualquier otra insinuación de poderes extra oficiales u ocultos, como Agendas globalistas y demás paranoias para mentes ignorantes, retorcidas y hastiadas, sino que son la gran mayoría de los individuos de la sociedad, ellos mismos, voluntarios de la barbarie que desde el infame poder descontrolado se ofrece al público, y que este, por miedo y por pura putrefacción moral se trata, llegando a extremos ilimitados de locura e idiocia compartida y promovida, hasta tal punto de que, no sólo se pasa de largo sin poner en tela de juicio el crimen evidenciado, sino que el crimen es compartido. Me parece entonces muy normal pues, que la convivencia vecinal actualmente en España sea más insoportable cada día. Que haya llegado hasta tal punto la carcoma moral que a nadie ya nada le importa, que no se crea en nada, que no hay esperanzas de nada y que ya nada se respete, que se haya llegado a tal punto insano de la moral, donde no hay conciencia cívica ninguna, y donde, después de haber visto y vivido la corrupción y el crimen de Estado delante de nuestros propios ojos, aún, se siga hablando en positivo de ello, cuando verdaderamente, a todas aquellas personas que hablan o comparten estas prácticas holocausticas y de sometimiento de la población deberían de estar todas en una jaula con una camisa de fuerza por aduladores de lo indigno, enfermos mentales o si no por cretinos.

No cabe un idiota más en España porque no hay más sitio donde meterlo. Con tal de ir a votar, ver fútbol o a los toros y presumir de lo que no se tiene, principalmente de valor y dignidad e integridad y decencia pública, con eso, la gran mayoría de españoles de a pie creen que ya han cumplido con las generaciones venideras dejándolas como valor supremo la mentira y como ejemplo la cobardía. Recuerdo aquellos años donde aún había esperanza, había ilusión, había luz, hoy, tenemos ante nuestros ojos, ya sean de una clase social alta o baja, ya sean intelectuales o paletos, ya sean de pueblo o de ciudad, una sociedad infeliz, triste y hastiada, totalmente desesperanzada, que no cree en nada ni tiene ganas de levantar la cabeza cuando la humillan a diario.

Estancados en las chaladuras que emanan directamente del actual Régimen del 78, los españoles, no saben dónde está la salida a su problema, pero es que tampoco quieren saberlo. Ya sea porque ya lo saben todo o tienen sus creencias y opiniones; lo cual basta con evidenciar su situación social. No se hacen a la idea de un nuevo planteamiento de la situación pública, y añado que no estoy diciendo un cambio de tradición y costumbre, sino de feas manías, formas y modos de convivencia burdos y contumaces que llaman más a la ignorancia y al sinsentido, como la obediencia ciega, la resignación ante la injusticia, el rechazo al consejo o la indiferencia a lo desconocido, el método cándido de “es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”, precisamente lo que ha traído los españoles hasta donde están, extraviados absolutamente de su realidad pública.

Intentaré explicar antes de terminar este artículo, y como hecho destacado, una confusión que hay generalmente en casi todas las personas que ven el fruto, al paso de las generaciones, del Régimen donde viven, que no es más que beneficio de la mentira, de la corrupción y el vicio; en resumidas cuentas, de la ausencia de control al poder y también de responsabilidad para tenerlo. Y como esas herramientas básicas son la clave necesaria para llevar un camino al cambio en lo social y lo público en una sociedad medianamente decente y digna, lo que ocurre en España es el efecto contrario, por eso no hay decencia y no hay dignidad, hay degeneración. Esa confusión a la que quiero hacer referencia está en creer que esa degeneración de todo lo que vemos se produce porque el paso del tiempo en un régimen basado en la inmoralidad de quien lo funda y lo sostiene desgasta la tradición, pierde la costumbre y corrompe el valor de convivencia creando en la opinión un error monumental de pensar que es debido al paso del tiempo tal despropósito social. Lo que hace presa a una sociedad es su constitución política, es decir, cómo está regida, desde su origen y desde el primero al último. En España, en el Estado de partidos, en la Monarquía que puso el Dictador, no me cansaré de decirlo, no son las personas, ni los partidos, ni siquiera los gobiernos de turno, el resultado de esta badajada política de la mal llamada “Transición española” pone en evidencia el hecho sociopolítico en el mismo orden de tiempo de estas más de cuatro últimas décadas de partitocracia como forma de gobierno. Que la sociedad española languidece y merma en todo sentido, de la mano con el desgaste de fuerza y legitimidad que va marcando a cada golpe de urna la degeneración, en términos propios de la política, del Régimen de Franco, que es lo que hoy de desde el año 78 vemos en España. Es la forma de gobierno y la forma de Estado, y sobretodo, los modos originarios y originales que le dan partida los que marcan y nos señalan la realidad política que aquí estoy describiendo, el resultado sociopolítico depresivo que todo el mundo puede observar y contemplar, corrupción y crimen de Estado.

La ausencia de Libertad Política y de Democracia, es decir, de falta de control del poder, y también, como digo, de responsabilidad para tener tal control, es la única causa. Y es que, árbol que nace torcido, no hay barrote que lo enderece. El Régimen actual de los partidos políticos del Estado tiene su origen en la orden del poder, es decir, en términos políticos, en la Guerra Civil española, que es de donde nace y surge la legalidad del actual Régimen por medio de la Reforma política, y es legitimado por la mayoría de los españoles en las urnas del Estado de partidos. Hoy usted está viviendo la putrefacción sociopolítica que ofrece el consenso político entre los herederos de la Dictadura y los que se hacían llamar los partidos de la oposición, que dieron continuidad al franquismo por la vía en color, pero con la misma estructura sagrada de poder de la Dictadura, donde el poder no está controlado, creando en la sociedad un sentimiento de vergüenza y complejo moral; dígase también de salvaje.

“Esto no se arregla sólo con dinero“.