EL Rincón de Yanka: EL VALOR DE LAS PALABRAS OBRADAS

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lunes, 10 de junio de 2013

EL VALOR DE LAS PALABRAS OBRADAS


"Cada vez que nos servimos de las palabras, las mutilamos. Mas el poeta no se sirve de las palabras. Es su servidor. Al servirlas, las devuelve a su plena naturaleza, les hace recobrar su ser. Purificar el lenguaje, tarea del poeta, significa devolverle su naturaleza original". Octavio Paz



EL VALOR DE LAS PALABRAS

"Las palabras en el ámbito social sólo son hermosas y necesarias cuando van acompañadas del acto, del compromiso, de la decencia".


Después de leer boletines llenos de palabras, escudriñar documentos llenos de palabras, hojear proyectos de toda índole repletos de palabras, después de asistir a conferencias y mesas redondas en las que las palabras aturden. Después de sentir durante toda la semana en la boca el eco exasperante de tanta palabra vacía -PALABRERÍA, ENLABIO-, de tanta palabra que no es más que eso, una palabra, grandilocuente, precisa y tal vez preciosa, pero ausente y vacía de toda realidad. Después digo, llega el sábado día 6 y celebramos la Constitución, un brutal esfuerzo de palabras, tal vez la madre de todas las bandadas de palabras que luego han venido a poblar nuestros corazones de ecos que no sabemos a qué voz pertenecen, que son necesarios para convivir pero que no cambian nada la vida. 



"Hay que reivindicar el valor 
de la palabra -y del silencio-, 
poderosa herramienta que puede 
cambiar nuestro mundo". 
William Golding
*
"Cuando las palabras pierden su significado, 
la gente pierde su libertad". 
Confucio


Me temo que los hombres de esta tierra nos hemos llenado de palabras y vaciado de intenciones. Durante la dictadura todo fueron silencios apagados por los chillidos irracionales de los hijos de ordeno y mando. Vinieron luego las consignas de los libertarios, frases cortas y sencillas que iban a la cola de grandes actos, durante este tiempo las palabras contenían el valor exacto del esfuerzo, medían la esperanza con delicadeza, abordaban el futuro con cautela, habitaban el presente con firmeza, entonces las palabras no eran sólo palabras, eran los órganos vitales de una existencia que se prometía compensada entre la palabra y el acto. Pero pronto nos perdimos. Pronto, demasiado pronto, nos atrapó el arte griego del sofisma, y las palabras pasaron a ser meros instrumentos de una pesadilla que se contrapone insolente al noble ejercicio de la utopía. 

Las palabras son desde entonces elementos apócrifos de la realidad y es que pronto todo adquirió y radicó su valor en palabras, nada se ha hecho desde entonces que no venga precedido de un mar engalanado y engolado en su marea de palabras. Y así poco a poco nos hemos ido internando en un mundo de papeles y palabras que nacen a la vida con la soledad en los ojos y las manos metidas en los bolsillos mientras se pasean por nuestras reglas instituciones, por nuestras humildes casas, por nuestras maltrechas conciencias. Pobres palabras atrapadas en el sueño loco de un pueblo que no sabe distinguir literatura de legislación, que no sabe separar el cuento del relato fehaciente. Que tiene en ellas un arma que esgrimir contra el silencio de la razón y también contra las razones del silencio. 


HEMOS PROFANADO EL ORÁCULO DE LA PALABRA 
NO SOBRAN LAS  PALABRAS, FALTAN LOS SILENCIOS DISCERNIDOS

Es el nuestro un pueblo que no se conforma con una sola palabra, que quiere tener miles de palabras para pronunciar lo impronunciable, palabras para nombrar la libertad, palabras para nombrar la solidaridad, palabras para gritar lo que se debe callar, palabras para sostener una verdad que es mentira, palabras para ser las víctimas y los verdugos, palabras para explicar nada, palabras que son la culpa y el culpable, palabras para no hacer nada, palabras vacías como cáscaras de una fruta helada putrefacta que hace tiempo perdió su bendita esencia. Palabras que no debieran salir del mundo literario, para qué lo han hecho, que pululan ahora por él vericuetos sociales, políticos y económicos con la altanería de dioses fatuos que convierten en mentira todo cuanto tocan.

Hoy no existimos, palabreamos simplemente, porque ese es el lenguaje que tienen para sí los que como nosotros habitan el planeta palabra de su vacío sueño social. Somos tan sofisticados, tan delicados y sabios, y tan escrupulosos que no nos ha importado, es más, hemos corrido presurosos a crear un espacio de palabras para justificar lo injustificable y diseñar todo aquello que sabemos que es vital pero irrealizable por el simple hecho de que hemos interpuesto entre ellos y nosotros una sutil barrera de palabras que nos defienden de la culpa que cae irremediablemente sobre nosotros y nuestras empobrecidas conciencias.

La palabra sirvió desde siempre para excusarse, pero hoy es la excusa en sí misma. La palabra sirvió para entenderse y fue por ello entendimiento, hoy es sólo una forma más de entender al margen de ese fin y del entendimiento. Las palabras, pobres amigas mías, se suicidan en algún lugar del pensamiento para desfilar convertidas en cadáveres por delante de nuestros voraces labios. 

Creo sinceramente que ha llegado la hora de mirarnos las manos y retomar el rumbo de los actos, porque las palabras en el ámbito social, sólo son hermosas y necesarias cuando van acompañadas del acto, del compromiso, de la decencia, de la ética, de la responsabilidad, en definitiva del más común de los sentidos, el sentido común.




EL ALEPH
POR JOSE ROMERO SEGUIN



VER+:

Palabras y vacío
Lenguaje y tópico en la obra de Gustave Flaubert

Sentido mágico (divino) de la palabra:
 Ángel Rosenblat

Asistimos hoy a tal profanación de la palabra, que parece justificada la frase atribuida a Talleyrand: «El lenguaje le ha sido dado al hombre para que pueda ocultar el pensamiento». Y llega a tales extremos la dilapidación de la palabra hablada y escrita, que a cada paso se recuerda la variante de Kierkegaard: «La gente se sirve a menudo del lenguaje para ocultar que carece de pensamiento». Vamos a evocar los tiempos en que la palabra era materia sagrada.

En cuanto a la pretendida decadencia del libro y de la lengua escrita, se observa en cambio un creciente ímpetu editorial y el desarrollo y poder del periodismo (un verdadero diluvio de letra impresa). Sí puede admitirse que se escribe y se lee cada vez peor. Se observa un auge creciente de la imagen frente a la palabra: la imagen inmóvil de las historietas gráficas («los comics», que han elementalizado hasta obras maestras de la literatura y hasta la historia de la humanidad) y las imágenes móviles del cine y la televisión. Se tiende a convertir la palabra en medio auxiliar, de carácter servil. De reina soberana pasa a ser criada de servicio. De ahí cierta crisis expresiva que se nota en las generaciones nuevas de casi todo el mundo.

Si según Guillermo de Humboldt la lengua es el órgano generador del pensamiento, el nuevo mundo de la imagen y de los medios electrónicos que McLuhan ve como el surgimiento de una nueva Edad de Oro («una Arcadia electrónica del futuro») nos parece más bien alarmante.