EL Rincón de Yanka: ¡OJO! CON EL RACISMO DISFRAZADO

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viernes, 20 de julio de 2007

¡OJO! CON EL RACISMO DISFRAZADO

¡QUE NO ME TOQUEN... LOS GENES 
O LAS NEURONAS!

El hombre no está lo suficientemente consciente de la pequeñez y la fragilidad del mundo del que forma parte, de su propia insignificancia. De Aristóteles a Einstein, pasando por Ptolomeo, Copérnico, Galileo y Newton, se ha pasado de una visión geocéntrica del universo a una visión heliocéntrica, luego al relativismo, a la gran explosión inicial (bing-bang) y a la expansión del universo (...)
En la época posteinsteiniana, el hombre occidental, a pesar de sus conocimientos, posee una visión esencialmente geocéntrica, antropocéntrica y etnocéntrica: sólo concibe el mundo físico y social inmediato y, como rara vez mira más allá, saca una seguridad ilusoria de esta estrecha visión; de allí, tal vez, su delirio de destrucción, su intolerancia frente a todo lo que difiere de su propio medio, su odio por la naturaleza.

En todas partes la intolerancia impera bajo diversas formas (incluido el racismo), agravada por la crisis planetaria en la cual nos encontramos: escasez de materias primas, escasez de alimentos, daños tecnológicos,sobrepoblación, hambruna, pérdida de valores y de la antigua sabiduría.

Se extiende la sombra del totalitarismo, y en todas partes las libertades individuales son limitadas o suprimidas en nombre del interés del Estado, del poder establecido. La burocracia, nuevo leviatán, prolifera omnipresente y omnisciente, incluso en las democracias. Al suprimir las últimas civilizaciones distintas a la nuestra, alcanzaremos los extremos de nuestra expansión, extenderemos nuestros males a las últimas regiones aún intocadas y nuestra madre, la naturaleza, sufrirá todavía más agresiones.

La aparición de los primeros homínidos se remonta a tres o cuatro millones; el Homo sapiens sapiens, única especie que ocupa la tierra actualmente, apenas tiene cincuenta mil años de existencia, tiempo ínfimo en la escala del universo. El cerebro humano es el resultado de una evolución que va desde el reptil hasta el Homo sapiens, y su estructura escalonada lleva la huella de esta evolución.

¿Dónde se origina nuestra disfrazada intolerancia?

Una historia muy larga prueba que la ciencia jamás es inocente. Todo lleva a pensar que el complejo cultural es una proyección externa del cerebro; sin embargo, escribe el profesor Changeux (1983), se está creando una profunda desarmonía entre el cerebro del hombre y el mundo que lo rodea.

Médicos, psicólogos, y psiquiatras están en diferentes países al servicio de los verdugos. El científico trabaja para el Estado que le paga. El Premio Nobel, prestigiosa consagración científica, ha sido a veces otorgado a notorios racistas. El científico también es un hombre, dotado de un cerebro imperfecto legado por la evolución: tiene prejuicios.

La idea del racismo y el darwinismo social encontraron en el pasado, y todavía tienen, ardientes defensores entre ilustres científicos. En nuestros días trata de imponerse una tecnocracia biológica. Muchos científicos dicen al respecto más de lo que deben, dada la limitación y la fragmentación de su saber.
Algunas teorías supuestamente científicas están llenas de presupuestos ideológicos y, hasta no hace mucho, casi toda la antropología física sostenía explícita o implícitamente la idea de raza.
La ideología del darwinismo que justifica la eliminación de los grupos humanos más débiles por los más fuertes y de la carencia de los recursos naturales, están trabados en una fuerte competencia donde los mejor dotados triunfan y los demás desaparecen. Darwin no hace más que proyectar al campo biológico la situación sociológica y política que prevalece en su época, (1874). Es la época del triunfante colonialismo europeo.
Para terminar, citamos a F. Lorenz, otro Premio Nobel, quien en 1940, cuando triunfa el nazismo en Alemania, defiende "científicamente" las ideas racistas. Los herederos contemporáneos de los pensadores del racismo se reconocen en la sociobiología y en sus émulos de las ciencias sociales.
Es poca la distancia que separa la imposible objetividad y los extravíos ideológicos: la elaboración de la ciencia está muy lejos de tener la pureza que se quiere atribuir, siendo casi natural la recuperación política desemejantes ideas.


La idea de una ciencia completamente inductiva es un mito peligroso. Los expertos en todos los terrenos sólo tienen conocimientos muy relativos, muy parcelados, y además no están de acuerdo entre ellos mismos. Una investigación efectiva, la elección de un tema, los métodos empleados,la interpretación de los resultados, todo, a cada nivel, se apoya siempre en opciones metacientíficas.

La magnitud de los recientes adelantos científicos debería conducirnos a una mayor sensatez y modestia, y también a una mayor tolerancia. El hombre sospecha de la inmensidad del universo, se ha vuelto capaz de manipular los genes y pronto podrá actuar, cada vez más sutilmente, sobre el cerebro.

¿Qué superhombre vamos a tener la tentación de crear?. ¿De qué nuevos medios van a disponer los poderes?.
Ya estamos en capacidad de autodestruirnos. Todo nos demuestra que la gracia que nos permite existir está ligada a condiciones frágiles y pasajeras. Sabemos que la supresión de las barreras entre pequeños grupos elimina la posibilidad de experiencias evolutivas susceptibles de asegurar a la especie la oportunidad de un nuevo comienzo, de sobrevivir a un cataclismo de gran envergadura.


¿Acaso debemos desaprovecharla?. Tenemos que proteger la diversidad biológica y cultural y convencernos de que en nuestro mundo cruel, cualquier forma y cualquier manifestación de la vida, es decir, todas las formas culturales, deben poder perpetuarse porque ameritan respeto y protección. Se trata de nuestro propio interés, no podemos negar nada de lo que existe.



(Extracto de la introducción de la monografía Nº 35)
Fundación La Salle de Ciencias Naturales
Instituto Caribe de Antropología y Sociología Monte Ávila Editores, CA.Caracas, Venezuela, 1988