EL Rincón de Yanka: EL CARNICERO Y EL PERRO

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miércoles, 16 de octubre de 2013

EL CARNICERO Y EL PERRO




El carnicero y el perro

Un carnicero estaba atendiendo su negocio y se sorprendió al ver entrar un 
perro. Lo espantó pero el perro volvió enseguida. Nuevamente intentaba 
espantarlo cuando se dio cuenta de que el perro traía una nota en el hocico.

Tomó la nota y leyó: 
"¿Podría mandarme 12 salchichas y tres chuletas de 
cordero, por favor?" Y el carnicero vio que el perro también traía en su 
hocico un billete de 50 euros. Así que tomó el dinero y metió las 
salchichas y las chuletas en una bolsa que, junto con el cambio, le puso al 
perro en el hocico. 

El carnicero estaba muy impresionado, y como ya era 
hora de cerrar el negocio, decidió seguir al perro que comenzó a bajar por 
la calle con la bolsa en su hocico. Cuando llegó a un cruce, depositó la 
bolsa en la acera, se alzó sobre sus patas traseras, y con una de las 
delanteras apretó el botón de peatones para cambiar la señal del semáforo.

Tomó de nuevo la bolsa y esperó pacientemente, con ella en el hocico, a que 
el semáforo diera paso a los peatones. Atravesó entonces la calle y caminó 
hasta una parada de autobús, mientras el asombrado carnicero lo seguía de 
cerca. En la parada, el perro miró hacia el tabla de rutas y horarios, y se 
sentó en la acera a esperar por su autobús. Cuando llegó uno que resultó no 
ser el suyo, siguió esperando por el correcto. Llegó entonces otro autobús.

El perro lo miró, y, al darse cuenta de que era el correcto, entró en él
por la puerta trasera, para que el conductor no lo viera. El carnicero,
boquiabierto, lo siguió. De repente el perro se alzó sobre sus patas
traseras, y tocó el timbre de parada, y siempre con la bolsa en el hocico.

Cuando el autobús paró, el perro se bajó, y también el carnicero, y ambos 
se fueron caminando por la calle hasta que el perro se detuvo en una casa, 
puso la bolsa en la acera, y, retirándose un poco, corrió y se lanzó contra 
la puerta. Repitió la acción varias veces, pero nadie abrió la puerta.
Entonces el perro rodeó la casa, saltó una cerca, fue hasta una ventana y, 
con su cabeza, golpeó varias veces en el cristal. Regresó entonces a la 
puerta, que se abrió y apareció un hombre que comenzó a golpear al perro.

El carnicero corrió hasta el hombre gritándole:
- ¡Por Dios, amigo! ¿Qué es 
lo que está haciendo? ¡Su perro es un genio!
El hombre, irritado, 
respondió:
- ¿Un genio? ¡Ésta es ya la segunda vez que en esta semana este 
perro estúpido olvida las llaves!