EL Rincón de Yanka: septiembre 2015

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miércoles, 30 de septiembre de 2015

DECÁLOGO DE LAS RELACIONES HUMANAS Y SOCIALES: URBANIDAD Y EDUCACIÓN




Los 10 mandamientos 
de las relaciones humanas
"La Cortesía es la flor de la Caridad". 
San Francisco de Sales



1. Habla. No hay nada más agradable y alentador que una palabra… un saludo cordial, interés genuino… especialmente hoy en día que tanta falta hacen los gestos amables.


2. Sonríe. Recuerda que para mover la cabeza ponemos en acción 72 músculos, y que para sonreír nos basta con movilizar 14. Además, es muy saludable y desprende hormonalmente serotonina.

3. Llama a las personas por su nombre.
El sonido más hermoso es oír el propio nombre.

4. Sé amistoso y gentil.
Si quieres tener amigos, sé amigo.

5. Sé cordial.
Habla y actúa con sinceridad, haz las cosas con gusto.

6. Interésate sinceramente.
Recuerda que algo sabes, pero no sabes todo lo que otros saben.

7. Sé generoso al elogiar y cauteloso al criticar.
Los líderes elogian. Saben animar, dar confianza y elevar la autoestima.

8. Aprende a captar los sentimientos.
Hay tres ángulos en toda controversia: el tuyo, el del otro y el del que sólo ve lo suyo con demasiadas certezas.

9. Preocúpate de la opinión de los otros.
Tres son las actitudes de un auténtico líder: oír, aprender y saber elogiar.

10. Aporta tus capacidades. Sirve a los demás.
Lo que realmente vale en nuestras vidas es aquello que hacemos por los demás. 

VER+:

RELACIÓN SIN ALTERIDAD NO ES RELACIÓN




martes, 29 de septiembre de 2015

RELACIÓN SIN ALTERIDAD NO ES RELACIÓN


 Desesperados por relacionarnos


  • El encuentro con el otro completa una parte esencial de nuestras vidas.
  • Eso no implica olvidar la propia identidad ni tener que estar pensando siempre en agradar.

La sociedad de consumo ha creado el imperio de la caducidad. Esto se ha trasladado a las relaciones. No solo los productos caducan, algunas relaciones también. Han desaparecido los referentes de nuestras certezas y nos invade la incertidumbre. Hay quien teme establecer relaciones duraderas. Porque los vínculos son frágiles y parece que dependen solo de los beneficios que generan. Son relaciones efímeras, sin compromiso. Satisfacen puntualmente ciertas necesidades. Son relaciones de desconocimiento mutuo y de uno mismo.

Hombres y mujeres se desesperan para relacionarse, ya que se sienten fácilmente “descartables” y abandonados a manejarse con sus propios recursos. Estamos ávidos de encontrar la seguridad que nos ofrece la unión, de encontrar con quien contar en momentos difíciles y de relacionarnos con alguien para huir de la soledad. Al mismo tiempo desconfiamos de que la relación dure. O que se convierta en una jaula que limite nuestra libertad. La idea está cargada de atracción y amenaza al mismo tiempo.

En este espacio podemos sanar traumas pasados y despertar la ligereza y espontaneidad del ser. Estar atento nos puede ayudar para darnos cuenta de lo que cobra vida a través del intercambio con los otros. El problema está en que inhibimos esta chispa por nuestras creencias, normas interiorizadas y temores. 

Nos domina el miedo a quedarnos privados de amor, a ser abandonados. Y en ese miedo la espontaneidad no tiene oportunidad de manifestarse, e incluso uno acaba convirtiéndose en una marioneta, tratando de quedar siempre bien, por miedo al rechazo.

Cuando disipamos estas inhibiciones y temores, se da la resonancia, la sintonía, la armonía, lo que Piaget denomina el élan y para Jung es la corriente. A la indagación apreciativa la denominamos el núcleo positivo, y para Schellenbaum es la energía vital. Esta se libera en el espacio relacional, del yo con el otro. Cuando se da, uno siente una fuerza ascendente, un impulso que le lleva hacia delante. Sin embargo, estas experiencias de energía vital “no modifican en nada la existencia”, afirma Schellenbaum, “a menos que no se truequen en una sensación vital nueva y fundamental, que penetre en todos y cada uno de nuestros pensamientos y acciones”.

"La experiencia NO es lo que te sucede, 
SINO lo que haces con lo que te sucede" 
Aldous Huxley

Experiencia es la vivencia que marca tu vida.

Para ello es bueno expresar lo mejor de sí mismo. Recuerde cómo se sentía cuando estuvo en un momento vital pleno. Intente revivirlo. En ese estado, uno es creativo e intuitivo. Barbara Fredrickson define el florecimiento como el sentirnos plenamente vivos, ser creativos y resilientes (capaces de sobreponerse a la adversidad), y sentir que crecemos y tenemos un impacto positivo en nuestro entorno. Cuando estamos abiertos a recibir, brotan nuestros impulsos creativos y se manifiesta nuestro potencial.

Para lograrlo, Fredrickson recomienda: ser conscientes de que la sinceridad importa en nuestros intercambios. Encontremos y vivamos el sentido positivo con mayor frecuencia en la experiencia diaria. La amabilidad cuenta, enfocarse en los demás y en cómo pueden crear una diferencia. Vivamos con pasión y démonos permiso para jugar.

Desafortunadamente cargamos heridas que nos llevan a establecer relaciones en las que, en lugar de impulso creador y vitalidad, hay control y estancamiento. Nos enredamos yendo por senderos en los que el amor resulta un problema sin solución. Entramos en juegos complejos yendo al encuentro de la otra persona, con la intención de satisfacer la necesidad de un amor que parece que perdimos o se nos escapó. Juegos que nos dejan con una insatisfacción constante, frustrados, deprimidos, desesperados, solos y exhaustos, y nos provocan sentimientos de culpa, de ­inadecuación y de impotencia.

Vamos al encuentro del otro con ese bagaje y con la esperanza de obtener su energía y la llave para abrirnos a la vitalidad esencial. Al no satisfacerse nuestras expectativas, sentimos rechazo, le hacemos sentir culpable y finalmente le abandonamos. Estos juegos, que Schellenbaum denomina los juegos del amor, nos encierran en un círculo vicioso que merman nuestra capacidad de dar y recibir y nuestra autoestima. Si queremos encarnar todo nuestro potencial, es importante no darle vueltas a recuerdos dolorosos, a revivir heridas pasadas, a seguir pisando nuestras huellas traumáticas. Al revivir viejos recuerdos determinamos cómo estamos y lo que creamos no nos revitaliza.

Para lograr vivificar nuestra existencia en todos sus aspectos, mental, emocional, espiritual y corporal, es importante prestar atención a qué preguntas nos planteamos. Cuando, por ejemplo, me pregunto: ¿me aman lo suficiente? La respuesta casi siempre será que no. Al plantear esta pregunta incorrecta entro en respuestas que merman mi capacidad de ir al encuentro del otro con espontaneidad, revivo recuerdos que abren mi herida de no haber sido suficientemente amada y entra de nuevo la desesperación, la sensación de no valer y el rechazo al otro que no me ama bastante. Y para tapar mi herida lo justifico con que “otra vez es el hombre o la mujer equivocada”.

Sugiero aplicar la indagación apreciativa en la que aprendemos a recuperar recuerdos de experiencias vitales significativas, vivencias de superación y plenitud, para abrirnos a ver y vivir lo que realmente anhelamos. Con esa apertura estamos dispuestos a vivir un presente en el que podemos crear las condiciones para florecer en las relaciones. 
Puede preguntarse: ¿qué aprendió de esa situación?, ¿qué le aportó y qué aportó usted a la relación?, ¿dónde encontró su fuerza para avanzar?, ¿qué hay en su interior que le impulsa hacia delante? Si la situación ideal estuviera ocurriendo, ¿qué estaría pasando?, ¿cómo estaría usted?, ¿qué haría diferente? No piense en lo que deberían hacer los demás. ¿Qué haría usted para crear las condiciones en las que su energía fluya? ¿Cómo se expresa su personalidad en su mejor forma, cuando se muestra pletórico y se siente rebosante de vitalidad?
Nuestros procesos vitales se activan en la medida en que establecemos relaciones. De todas maneras, debemos prestar atención a cómo las realizamos, ya que, a falta de amor, algunos se lanzan de cabeza al amor al prójimo por su propio placer. Ayudan desde su necesidad de reconocimiento, renuncian a sí mismos y pretenden librarse de la presión de una existencia carente de amor propio.

"Cuando el hombre no se encuentra a sí mismo, 
no encuentra nada". Goethe
El conocimiento de uno mismo facilita el proceso de pasar del miedo a ir al encuentro del otro de una forma más abierta, tolerante y relajada. Conocerse implica salir de la sensación de autoabandono en el que uno se ha alejado de su propio ser. Nos preocupa tanto la opinión exterior, dedicamos tanta energía a complacer a los otros, que abandonamos el cultivo del amor propio, curativo y sanador. En la tradición judeocristiana se ha ido creando un temor al amor propio por no caer en la esclavitud del yo, del egocentrismo. En cambio en el budismo no existe la liberación por factores ajenos, sino la autoliberación. Es a través del amor propio y de la compasión como uno se libera de la esclavitud del yo.

Para conocerse a uno mismo es necesario darse espacios en los que uno no tenga nada planificado, para estar disponible a lo que emerja de dentro y de fuera. Verse en su interior exige un esfuerzo de introspección. Comunicarse con uno mismo es el primer paso para armonizar cualquier malestar. 
Obsérvese: qué le pasa, cómo se siente, quién gobierna su mente. Puede preguntarse: ¿qué sucede conmigo cuando no rechazo la soledad y la pasividad como algo inapropiado, sino que permito un espacio para estar conmigo? ¿Qué ocurriría en mi vida si me reservo algunas zonas libres de obligaciones, que permitan un vacío en el cual pueda escucharme y pueda aflorar lo que quiere nacer en mí? ¿Qué se generaría en mí si me guardo algunos espacios en blanco en la agenda, para estar disponible? 
Disponible para mí y para lo que quiera manifestarse en mi vida. Permitiéndonos esto, “despertamos de la hipnosis social, que nos ha hecho confundir el tejido de nuestras obligaciones con la vida en sí misma”, como dijo el filósofo británico Allan Watts.


La importancia del compañerismo

One By One 
UNO POR UNO 

Agárrate fuerte , mi gente no llegar cansado no perder su fuerza Vamos. querían detenernos Uno por uno no tendrán éxito Uno por uno venceremos Uno por uno no tendrán éxito Uno por uno (Repetición) Venir y veremos venceremos porque sabemos quiénes somos porque sabemos quiénes somos (Repetición los cobardes están escapando) el color de mi piel que es oscuro estoy orgulloso de serlo el color de mi piel) que es oscuro moriré con él el color de mi piel que es oscuro estoy orgulloso de serlo claro que es hermoso en África



lunes, 28 de septiembre de 2015

UNA EDUCACIÓN SIN LA MADRE DE LAS CIENCIAS: QUEDA HUÉRFANA, SIN SABIDURÍA, SIN FILOSOFÍA, SIN PENSAMIENTO, SIN LIBERTAD

¿Una educación sin filosofía?


(Profesor de secundaria )

Algunos alumnos me confiesan, durante el curso o, más a menudo, después de él (a veces, al cabo de los años), que la asignatura de filosofía les despertó, en la secundaria, a cuestiones antes impensables para ellos.

Algunos me han llegado a decir (sin duda, exageradamente) que antes de dar clases de filosofía apenas habían “pensado de verdad” en nada. A muchos los he visto cambiar de creencias, sufrir crisis religiosas, tener discusiones inauditas con sus padres y amigos, en parte debidas (según ellos) a la filosofía. Casi todos dicen salir de clase desorientados, pero también impacientes por volver, al día siguiente, a las preguntas nuevas y radicales que han brotado en el aula. Digo “radicales” porque afectan a la raíz de la existencia de cada individuo. Pensar casi por primera vez en lo que es el mundo y lo que pinta uno mismo en él, en la razón de las propias creencias, en lo que de verdad es verdad y mentira, en el bien y el mal, en lo justo y lo injusto, sin prejuicios, más allá de los tópicos al uso… Todo eso representa una experiencia insustituible e inolvidable para muchos de mis alumnos. Incluso los que aún no llegan a apreciar estos asuntos (no todo el mundo madura a la misma velocidad) se quedan “tocados”, intuyen que algo muy importante se está cociendo en las clases, y aunque no lo entiendan, entienden que ahí hay mucho por entender. Y que en ese entenderlo se juegan el cómo, el qué y el por qué de sus vidas.

¡Pensar! En clase de filosofía hay que pensar. Buena parte de los chicos que me llegan son supervivientes de la burocracia educativa. Están acostumbrados a memorizar contenidos y a resolver problemas de tipo académico. Pero a pocos se les ha estimulado a pensar por sí mismos. La mayoría comienzan a hacerlo en filosofía por la sencilla razón de que en ella se tratan los “asuntos de la vida”: el sentido de la existencia, la muerte, la forma en que hemos de vivir y relacionarnos con los demás, la libertad, el poder, la injusticia, el compromiso político...

Pero no solo es pensar. Más allá de ese ejercicio de torsión íntima que es la reflexión está el otro: el pensar hacia los demás, el diálogo. La primera idea que tienen muchos chicos de lo que es "debatir" proviene de lo que ven en la televisión: gritar, interrumpirse, atacarse, afirmarse por encima de todo. Cuando al cabo de las semanas logramos construir un debate “en serio” se quedan sorprendidos: disfrutan de que los demás los oigan con respeto, se dejan llevar por los argumentos olvidándose de sí mismos, descubren que es más eficaz y enriquecedor resolver los problemas así, convenciendo y dejándose convencer...

Se me ocurren mil cosas más para justificar la permanencia de la filosofía en las aulas. Al fin y al cabo somos seres racionales, vivimos (y, a veces, morimos) por ideas, y desarrollar esa condición y conocer las más grandes ideas que han parido o descubierto los filósofos bastaría para justificar con creces la relevancia de esta asignatura. A veces me pregunto cómo podría alguien opinar, votar, creerse de verdad algo o alguien sin conocer todas esas ideas. ¿Cómo podría, por ejemplo, ser ateo, o cristiano, o creer lo que dice la ciencia, u opinar a favor o en contra del aborto, o votar a izquierdas o derechas, sin tener ni idea de las ideas que hay tras cada una de esas posturas o imposturas? Toda nuestra civilización se ha construido sobre pilares filosóficos: el platonismo, el cristianismo, el iluminismo ilustrado, el liberalismo, el socialismo, el historicismo, el materialismo cientifista y cien ismos más. Desconocerlos supone hundirnos en un estado de inopia y vulnerabilidad ideológica que solo es admisible a súbditos o adeptos, nunca a ciudadanos o a personas.

Es verdad (lo reconozco) que tal vez sea imposible consignar en los informes de la OCDE si un alumno ha aprendido a pensar y a dialogar. Admito también que es improbable que en las pruebas PISA pueda valorarse, algún día, el grado en que conocemos las ideas que nos hacen ser (y conocer, y valorar y hacer) todo lo que somos. Y, sin embargo, no dejo de pensar que no hay nada realmente más formativo (y transformativo) que todas esas inconmensurables habilidades filosóficas. ¿Debemos, entonces, prescindir de ellas? ¿Es siquiera posible concebir una filosofía de la educación tan necia que prescinda de la educación filosófica?... Bueno. Pues sí. Es posible. Es la filosofía que late tras la LOMCE. Es la filosofía educativa en la que, entre otras, destaca la idea de que no conviene hacer proliferar las ideas entre las mentes jóvenes. El Mercado, que es quien manda y decide, las quiere breves, útiles y claras. Como en un libro de instrucciones. Como en el eslogan de una empresa. O como en un código legal que solo pueda admitir una masa de súbditos o adeptos.

De todo esto, por cierto, pienso discutir mañana con mis alumnos. Si todavía nos dejan.



VER+:

HUMANIDADES

La enseñanza de las humanidades está intrínsecamente vinculada al desarrollo del pensamiento crítico: cuanto mejor conocemos el mundo del que venimos, cuanto más conscientes somos de la tradición que nos precede, menos permeables somos a los intentos arbitristas de fundar nuestro mundo sobre cimientos de humo. Es ley biológica infalible que el árbol al que se le cortan las raíces, como el animal lactante al que se aparta del seno materno, empieza por languidecer hasta morir por inanición. Solo quien sabe de dónde viene puede saber hacia dónde va. Solo quien está nutrido por el bagaje de conocimientos que fundan nuestra civilización es dueño del tiempo que habita; cuando ese bagaje que nos explica nos es arrebatado, nos convertimos en seres sin identidad y sin arraigo que han soltado amarras con su genealogía espiritual y navegan sin brújula a la deriva, en una singladura trágica y sin retorno hacia la barbarie.

El estudio de las humanidades en la escuela y los centros de enseñanzas medias tiene el mismo problema que la honorabilidad de algunas damas: necesita argumentarse y defenderse cada cierto tiempo.


porque la razón está en crisis. Ha perdido el carácter sapiencial.Los estudiantes en Psicología nunca han oído hablar de alma, naturaleza, libertad, persona".

LA VERSIÓN BROWNING (LA CULTURA NO ES MÁS QUE UNA EXPRESIÓN DE LO MEJOR QUE HAY EN LA SOCIEDAD)

"El estudio de los clásicos, en mi opinión, es la base de nuestra cultura. Y la cultura no es más que una expresión de lo mejor que hay en la sociedad: La filosofía, un gobierno honrado, la justicia, el arte, el idioma, compasión, alma, humanidad. Nuestra herencia clásica ya no se valora lo suficiente. 
Cómo ayudaremos a moldear a seres humanos civilizados si ya no creemos en la civilización".



domingo, 27 de septiembre de 2015

MUCHOS CRISTIANOS ESTÁN EN LAS REDES SOCIALES, PERO, LAS REDES NO ESTÁN EN ELLOS


INTERACTUAR: 
Actuar conjuntamente o relacionarse 
de forma recíproca (diálogo) con otra cosa o persona.
Comunicar no es sólo informar o emitir: 
Es Relación. 

"La comunicación es la esencia del cambio cultural y, al mismo tiempo, la esencia de la propia Iglesia".

"Dialogar y dialogar, para explicar y explicarnos con todo tipo de razones y argumentos. Tenemos que dar razón de nuestra esperanza".
Pocos obispos tienen conciencia de la comunicación como un tema fundamental en la vida y en el ser de la Iglesia. Y eso se traduce, por ejemplo, en que no se enseña comunicación en los seminarios a los pichones de curas. O en que no hay una teología de la comunicación.
La Iglesia sigue sin convencerse de que la comunicación es poder y esencial para su misión. Y, por eso, no aprovecha sus sinergias comunicativas. No nos faltan recursos. Lo que necesitamos es unir fuerzas y estrategias. Si lo hiciésemos, ganaríamos la batalla de los medios, porque no hay empresa ni Gobierno que tenga la implantación y los medios sincrónicos y diacrónicos que tiene la Iglesia católica.

Hablar de Dios y anunciar su Palabra siempre ha sido razón de ser de todo creyente. Internet ha sido denominado por muchos como el nuevo continente para la evangelización. Los obispos estadounidenses tienen en su sitio web una guía de cómo usar las redes sociales.
Se trata de un documento de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB) que consta de nueve apartados. 
Los obispos recuerdan que habla de Dios en las redes sociales es una responsabilidad para todo católico que las usa. El documento, que también puede aplicarse a España, explica que los social media suponen a la vez oportunidades y desafíos para la Iglesia católica. Y habla de tres categorías: la visibilidad, la comunidad y la responsabilidad.

– Visibilidad:

El auge de las redes sociales es imparable. Según estudios recientes, Facebook en España tiene 18 millones de usuarios activos cada mes. De ellos, 12 millones acceden a diario a esta red social. Dadas las cifras, creo que la Iglesia católica no debe perder la oportunidad de ser una voz más y estar visible en esta red y en otras.

El documento de la USCCB se plantea cómo dar el salto a Internet para anunciar la Palabra de Dios. Una parroquia o diócesis puede hacer a través de una web, un blog, perfiles en las redes sociales o a través de un grupo de WhatsApp. Las dos últimas opciones son gratuitas, la web siempre será de pago porque hay que comprar el dominio “punto com” o “punto es”. También es interesante valorar qué necesidades tiene la parroquia. Quizá una iglesia local no deba tener web pero sí un perfil de Twitter para emitir horarios y últimas noticias. Algunos afirman que miramos más de 150 veces el teléfono móvil al día. ¿Por qué la Iglesia desaprovecha la oportunidad de llegar a miles de smartphones?
No se trata de crear un blog o una página de Facebook, llenarla de contenido durante una semana y luego olvidarla. Hay que ser constantes y ofrecer informaciones para dar un servicio a la comunidad parroquial.

– Comunidad:

Como explica el documento de los obispos americanos, las redes sociales pueden ser herramientas poderosas para el fortalecimiento de la comunidad parroquial o la diócesis. Pero esta interacción digital a través de los social media no debe ser visto como un sustitutivo de las reuniones cara a cara. Las redes sociales pueden ayudar de diferentes formas a las comunidades: conectando a la gente con intereses similares, compartiendo información sobre eventos, creando diálogos sobre temas de fe, etc.
El uso de las redes sociales debe estar bien integrado en la comunicación de la parroquia o diócesis. Los usuarios se mueven a la perfección a través de múltiples plataformas, reciben información y entran en diálogo utilizando texto, audio o vídeo. Hay que valorar el público al que nos dirigimos. No tiene sentido enviar mensajes a través de Facebook si nos dirigimos a personas que no usan esta red social.

– Responsabilidad:

Las redes sociales pueden servir de nexo de unión para los miembros de una parroquia, diócesis o grupo religioso. Los usuarios de las redes sociales esperan que quienes gestionan los social media generen conversación y proporcionen información de manera continua.
Es interesante que una o varias personas estén pendientes de mensajes, comentarios y preguntas que se hagan a través de las redes sociales. Siempre hay que responder para ayudar.
El documento episcopal añade también una serie de directrices a tener en cuenta a la hora de que una parroquia o diócesis se embarque en la evangelización a través de las redes sociales de internet.




COMO USAR LAS REDES SOCIALES EN TU IGLESIA Y MINISTERIO



sábado, 26 de septiembre de 2015

CARTA DE UN PADRE A SU HIJA: QUERIDA CUTIE-PIE

El autor de la misiva es Kelly M. Flanagan, un psicólogo clínico estadounidense que dedicó estas líneas en enero pasado a su pequeña, a quien llama "Cutie Pie".
Además, señala que extiende sus palabras a "cada mujer adulta que he conocido dentro y fuera de mi oficina de terapia. Mujeres que nunca han conocido la voz de un papá", además de "la generación de niños que se convertirán en hombres y que necesitan que les recuerde lo que es realmente importante".

A continuación, te dejamos con el emotivo escrito titulado "Una carta de un papá a su pequeña hija (sobre su futuro esposo)".

Querida Cutie-Pie

Recientemente, tu madre y yo estábamos buscando algo en Google. A la mitad de escribir la pregunta, Google nos mostró una lista con las búsquedas más populares en el mundo. La búsqueda más popular en la lista era 'Cómo mantenerlo interesado'.

Me sorprendió. Revisé varios artículos de la incontable cantidad que aparecieron acerca de cómo ser sexy y sexual, cuándo llevarle una cerveza en vez de un sándwich y las formas de hacerlo sentir más inteligente y superior.

Me enfurecí.

Pequeña, esto no es, nunca ha sido y nunca será tu trabajo -'mantenerlo interesado'.

Pequeña, tu única tarea es saber muy dentro de tu alma –en ese lugar inquebrantable que no se transforma por el rechazo, la pérdida o el ego- que tú eres digna de interés. (Si puedes recordar que todos también son dignos de interés, estarás por ganar la batalla de tu vida. Pero esa es otra carta para otro día.)

Si puedes estar segura de que vales en este sentido, serás atractiva en la manera más importante del mundo: atraerás a un chico que sea digno de tu interés y que también querrá pasar su vida invirtiendo todo su interés en ti.

Pequeña, quiero decirte algo acerca del hombre que no necesita que lo mantengan interesado, porque él sabe que tú eres interesante:

No me importa que ponga los codos en la mesa –siempre y cuando él ponga sus ojos en la manera en que tu nariz se frunce cuando sonríes. Y que luego no puede dejar de ver.

No me importa si no puede jugar golf conmigo –siempre y cuando él pueda jugar con los hijos que le des y disfrute todas las formas gloriosas y frustrantes en las que se parecen tanto a ti.

No me importa que no persiga el dinero –siempre y cuando él persiga su corazón y siempre lo lleve de vuelta a ti.

No me importa si es fuerte –siempre y cuando él te dé espacio para ejercitar la fuerza que hay en tu corazón.

No me podría importar menos si vota –siempre y cuando se levante cada mañana y te elija un lugar de honor en tu casa y un lugar para venerarte en su corazón.

No me importa el color de su piel –siempre y cuando él pinte el lienzo de sus vidas con pinceladas de paciencia, sacrificio, vulnerabilidad y ternura.

No me importa si fue educado profundamente en esta religión o solamente se dice católico de fin de semana, –siempre y cuando haya sido educado para valorar lo sagrado que es nuestra Fe y para saber que cada momento de la vida y cada momento que pase contigo delante de Dios es algo sagrado.

La oración querida hija, nos ha mantenido unidos a tu madre y a mi desde mucho antes siquiera de haber formado una familia, fuimos novios respetuosos de nuestras tradiciones y hacíamos oración juntos; íbamos a retiros para jóvenes en nuestra parroquia y si algo te une a un hombre de bien, será el amor por Cristo y mucho amor y respeto por ti.

Al final pequeña, si te topas con un hombre como ese, en realidad tendremos en común lo más importante: Tú.

Porque al final, pequeña, la única cosa que debes hacer para 'mantenerlo interesado' es ser tú misma y seguir a Cristo.

Tu hombre eternamente interesado,
Papá"
Autor: 



viernes, 25 de septiembre de 2015

LAS ESPERAS: LA FELICIDAD ES UN TRAYECTO, NO UN DESTINO








La Felicidad no llega cuando conseguimos lo que deseamos, sino cuando sabemos disfrutar de lo que tenemos; no soñando con el mañana sino Viviendo el Hoy. Trabaja como si no necesitaras dinero; Ama como si nunca te hubiesen herido; Baila como si nadie te estuviese viendo.



Las Esperas de Ismael Curbelo


jueves, 24 de septiembre de 2015

PROBAR PROPOSICIÓN EXISTENCIAL POSITIVA: ¿EXISTE UN ARGUMENTO QUE PRUEBE LA EXISTENCIA DE DIOS?




“No puedes probar una negación. Quien proponga algo debe ser el que respalde la afirmación, no el que la niegue”.
“Algo es falso hasta que se demuestre que es verdadero”.

Probar una negación es muy fácil, aunque no lo parezca. 
Por tanto, aunque puedas probar una negación, la carga de la prueba sí recae sobre aquel que diga que exista algo, frente a aquel que diga que no exista, aunque este segundo también tiene que probar lo que diga.
El agnóstico es en la existencia de una explicación extracientífica a cosas como el origen último del universo, porque hasta la fecha, como dice Lawrence Krauss y Roger Penrose, no tenemos una explicación para eso. El argumento cosmológico no establece que Dios exista, pero sí te deja en un estado de agnosticismo sobre el origen del universo. 

Pregunta: "¿Existe un argumento que pruebe la existencia de Dios?"

Respuesta: La pregunta de si hay un argumento concluyente para la existencia de Dios, ha sido debatida a través de la historia por gente extraordinariamente inteligente que se ha colocado a ambos lados de la disputa. En tiempos recientes, los argumentos contra de la posibilidad de la existencia de Dios han asumido un espíritu militante, que acusa a cualquiera que se atreva a creer en Dios, como alguien delirante e irracional. Karl Marx aseguraba que cualquiera que creyera en Dios debía tener un desorden mental que causaba la invalidación del intelecto. El psiquiatra Sigmund Freud escribió que una persona que creyera en un Dios Creador, era una persona delirante, y que sólo sostenía esas creencias debido a un factor de “cumplimiento de un deseo” lo que causó que Freud lo considerara como una posición injustificable. El filósofo Frederick Nietzsche dijo abiertamente que la fe equivalía a negarse a conocer lo que es verdadero. Las voces de estas tres figuras de la historia (junto con otras), ahora son simplemente repetidas por una nueva generación de ateos quienes claman que la creencia en Dios está intelectualmente injustificada. 

¿Realmente es éste el caso? ¿El creer en Dios es mantener una posición racionalmente inaceptable? Fuera de lo referente a la Biblia, ¿puede establecerse un caso de la existencia de Dios que refute la posición tanto de los viejos como de los nuevos ateos, y ofrecer suficiente garantía para creer en un Creador? La respuesta es sí, se puede. Por otra parte, al demostrar la validez de un argumento a favor de la existencia de Dios, el caso del ateísmo resulta ser intelectualmente débil.

Para formar un argumento para la existencia de Dios, debemos comenzar por hacer las preguntas correctas. Comenzamos con la pregunta metafísicamente más básica: “¿Por qué tenemos algo, en vez de nada en absoluto?” Esta es la pregunta básica de la existencia - ¿Por qué estamos aquí; por qué está la Tierra aquí; por qué está aquí el universo en vez de la nada? Comentando sobre este punto, un teólogo ha dicho, “En un sentido, el hombre no hace las preguntas acerca de Dios; su existencia misma levanta la pregunta acerca de Dios.”
Al considerar esta pregunta, hay cuatro posibles respuestas del por qué tenemos algo en vez de nada en absoluto: 

1. La realidad es una ilusión.
2. La realidad es/fue auto-creada.
3. La realidad es auto-existente (eterna)
4. La realidad fue creada por algo que es auto-existente.

Así que, ¿cuál es la solución más plausible? Comencemos con la realidad siendo simplemente una ilusión, lo cual es la creencia de un número de religiones orientales. Esta opción fue excluida hace siglos por el filósofo Rene Descartes quien es famoso por su declaración, “Pienso, luego existo.” Descartes, un matemático, argumentó que si él estaba pensando, entonces él debía “existir.” En otras palabras, “Pienso, por lo tanto, no soy una ilusión.” Las ilusiones requieren de algo que experimente la ilusión, y por otra parte, tú no puedes dudar de la existencia de ti mismo sin probar tu existencia; es un argumento auto-excluyente. Así que la posibilidad de que la realidad sea una ilusión queda eliminada. 

La siguiente es la opción de que la realidad sea auto-creada. Cuando estudiamos filosofía, aprendemos sobre las declaraciones “analíticamente falsas”, lo que significa que son falsas por definición. La posibilidad de que la realidad sea auto-creada es una de esos tipos de declaraciones por la simple razón de que algo no puede ser anterior a sí mismo. Si tú te creaste a ti mismo, entonces tú debes haber existido antes para que te crearas a ti mismo, pero eso simplemente no puede ser. En la evolución a veces se refieren a esto como la “generación espontánea” – algo que procede de la nada – una posición que pocos, si no es que ninguna persona razonable sostiene, simplemente porque no puedes obtener algo de la nada. Aún el ateo David Hume dijo, “Yo nunca juzgué tan absurda una proposición como la de que cualquier cosa puede surgir sin una causa.” Puesto que algo no puede proceder de nada, la alternativa de la realidad como algo auto-creado es excluida. 

Ahora, nos hemos quedado con solo dos elecciones – una realidad eterna, o la realidad siendo creada por algo que es eterno; un universo eterno o un Creador eterno. El teólogo del siglo XVIII Jonathan Edwards resumió esta encrucijada: 

• Algo existe.
• La nada no puede crear algo.
• Por tanto, existe un “algo” necesario y eterno.

Notemos que tenemos que regresar a un “algo” eterno. El ateo que se burla del creyente en Dios por creer en un Creador eterno, debe recapacitar y aceptar la existencia de un universo eterno; es la única otra puerta que puede elegir. Pero ahora la pregunta es, ¿a dónde conduce la evidencia? ¿Acaso la evidencia apunta a la existencia de la materia antes que la mente, o a la mente antes que la materia? 

Hasta ahora, todos los puntos clave de la evidencia científica y filosófica apuntan lejos de un universo eterno y hacia un Creador eterno. Desde el punto de vista científico, los científicos honestos admiten que el universo tuvo un principio, y todo lo que tiene un principio no es eterno. En otras palabras, todo lo que tiene un principio tiene una causa, y si el universo tuvo un principio, tuvo una causa. El hecho de que el universo tuvo un principio, es subrayado por evidencias tales como la segunda ley de la termodinámica, el eco de radiación del big bang descubierto a principios del siglo XX, el hecho de que el universo se esté expandiendo y pueda ser rastreado hasta un singular inicio, y la teoría de la relatividad de Einstein. Todas ellas prueban que el universo no es eterno. 

Más aún, las leyes que rodean la causalidad hablan en contra de que el universo sea la causa última de todo lo que conocemos por este simple hecho: un efecto debe asemejarse a su causa. Siendo esto así, ningún ateo puede explicar cómo un universo impersonal, sin propósito, sin significado y amoral, accidentalmente creo seres (nosotros) que están llenos de personalidad y obsesionados con el propósito, el significado y las leyes morales. Tal cosa, desde el punto de vista causal, refuta por completo la idea de un universo natural dando origen a todo lo que existe. Así que al final, el concepto de un universo eterno es eliminado. 


El filósofo J. S. Mill (no un cristiano) resumió a lo que ahora hemos llegado: “Es evidente en sí, que solo la Mente puede crear mente.” La única conclusión racional y razonable es que un Creador eterno es el responsable por la realidad tal como la conocemos. O poniéndolo en un conjunto de declaraciones lógicas: 

• Existe algo.
• Tú no obtienes algo de nada.
• Por tanto necesariamente existe “algo” eterno.
• Las únicas dos opciones son un universo eterno y un Creador eterno.
• La ciencia y la filosofía han descartado el concepto de un universo eterno.
• Por tanto, existe un Creador eterno.

El alguna vez ateo Lee Strobel, quien llegó a este resultado final hace muchos años, ha comentado, “Esencialmente, me di cuenta de que siendo ateo, tendría que creer que la nada produce todo; que la no-vida produce vida; la aleatoriedad produce sincronización; que el caos produce información; que la inconsciencia produce consciencia; y la no-razón produce razón. Estos saltos de fe simplemente fueron demasiado grandes para que los aceptara, especialmente a la luz del caso afirmativo para la existencia de Dios… En otras palabras, en mi evaluación, la cosmovisión cristiana justificó la totalidad de la evidencia mucho mejor que la cosmovisión atea.”

Pero la próxima pregunta que debemos abordar es la siguiente: si existe un Creador eterno (y ya hemos demostrado que así es), ¿qué clase de Creador es Él? ¿Podemos inferir opiniones acerca de Él en base a las cosas que ha creado? En otras palabras ¿podremos entender la causa por sus efectos? La respuesta a esto es sí, podemos hacerlo, deduciendo las siguientes características:

• Él debe ser de naturaleza sobrenatural (puesto que Él creó el tiempo y el espacio).
• Él debe ser omnipotente (excesivamente poderoso).
• Él debe ser eterno (auto-existente).
• Él debe ser omnipresente (Él creó el espacio y no está limitado por él).
• Él debe ser eterno e inmutable (Él creó el tiempo).
• Él debe ser inmaterial porque trasciende el espacio y lo físico.
• Él debe ser personal (lo impersonal no puede crear la personalidad).
• Él debe ser infinito y único puesto que no puedes tener dos infinitos.
• Él debe ser plural y sin embargo tener unidad puesto que la unidad y la diversidad existen en la naturaleza.
• Él debe ser omnisciente (supremamente inteligente). Solo un ser cognoscitivo puede producir seres cognoscitivos.
• Él debe tener propósito puesto que creó todo deliberadamente.
• Él debe ser moral (ninguna ley moral puede obtenerse sin un dador).
• Él debe ser protector (o no habrían sido dadas leyes morales).
Siendo ciertas estas cosas, ahora preguntamos si alguna religión en el mundo describe a tal Creador. La respuesta a esto es sí: el Dios de la Biblia se ajusta perfectamente a este perfil. Él es sobrenatural (Génesis 1:1), poderoso (Jeremías 32:17), eterno (Salmo 90:2), omnipresente (Salmo 139:7), eterno/inmutable (Malaquías 3:6), inmaterial (Juan 5:24), personal (Génesis 3:9), necesario (Colosenses 1:17), infinito/único (Jeremías 23:24, Deuteronomio 6:4), plural pero con unidad (Mateo 28:19), inteligente (Salmo 147:4-5), con propósito (Jeremías 29:11), moral (Daniel 9:14), y protector (1 Pedro 5:6-7).
Un último punto por abordar sobre el tema de la existencia de Dios, es el asunto de cuán justificable es en realidad la posición del ateísmo. Puesto que el ateo afirma que la posición del creyente no es convincente, sólo es razonable voltear la pregunta y dirigirla de regreso a él. La primer cosa por entender es la afirmación que hace el ateo – “sin dios,” que es lo que significa “ateo” – es una posición insostenible de adoptar desde el punto de vista filosófico. Como dice el jurista y filósofo Mortimer Adler, “Una proposición existencial afirmativa puede ser probada, pero una proposición existencial negativa – una que niega la existencia de algo – no puede ser probada.” Por ejemplo, alguien puede asegurar que las águilas rojas existen y alguien más puede asegurar que las águilas rojas no existen. El primero sólo necesita encontrar una sola águila para probar su afirmación. Pero el segundo debe peinar el universo entero y literalmente estar en todo lugar al mismo tiempo para asegurarse que él no ha pasado inadvertida ninguna águila roja en alguna parte y en algún momento, lo cual es imposible de hacer. Esto es por lo que los ateos intelectualmente honestos, admitirán que ellos no pueden probar que Dios no existe.

En seguida, es importante entender el problema que rodea la seriedad de las afirmaciones de la verdad que se han hecho, y la cantidad de evidencia requerida para respaldar ciertas conclusiones. Por ejemplo, si alguien pone dos vasos de limonada frente a ti, y te dice que una puede ser más ácida que la otra; puesto que las consecuencias de elegir la bebida más ácida no son serias, no necesitarías una gran cantidad de evidencia para tomar tu decisión. Sin embargo, si el anfitrión le añadiera azúcar a un vaso pero en el otro pusiera veneno para ratas, entonces querrías tener la suficiente evidencia antes de tomar tu decisión. 

Aquí es donde una persona sopesa las evidencias, al tratar de decidir entre el ateísmo y el creer en Dios. Puesto que el optar por el ateísmo podría resultar en irreparables consecuencias eternas, parecería que debiera demandarse del ateo presentar pruebas fundamentales y de peso para apoyar su postura, pero no puede. El ateísmo simplemente no puede presentar la prueba para la evidencia por la gravedad de los cargos que hace. En vez de ello, el ateo y aquellos a quien él convence de su posición, se deslizan a la eternidad con sus dedos cruzados, esperando no encontrar la desagradable verdad de que la eternidad realmente existe. Como dice Mortimer Adler, “Más consecuencias para la vida y la acción se derivan de la afirmación o negación de Dios, que de ninguna otra pregunta básica.”

Así que ¿el creer en Dios tiene una garantía intelectual? ¿Existe un argumento racional, lógico y razonable para la existencia de Dios? 

Absolutamente. Mientras que los ateos tales como Freud aseguran que aquellos que creen en Dios simplemente quieren el cumplimiento de un deseo, tal vez es Freud y sus seguidores quienes realmente sufren del cumplimiento de un deseo: la esperanza y el deseo de que no haya un Dios, ni a quién entregar cuentas, y por lo tanto tampoco un juicio. Pero refutando a Freud está el Dios de la Biblia, quien afirma Su existencia y el hecho de que verdaderamente vendrá un juicio para aquellos que sabían dentro de ellos mismos la verdad de que Él existe, pero que suprimieron esa verdad (Romanos 1:20). Pero para aquellos que responden a la evidencia de que realmente existe un Creador, Él ofrece el camino de salvación que ha sido logrado a través de Su Hijo, Jesucristo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:12-13)


miércoles, 23 de septiembre de 2015

EL DÍA QUE ME VOLVÍ INVISIBLE POR SILVIA CASTILLEJOS PERAL

EL DÍA QUE ME VOLVÍ INVISIBLE 
CUENTOS DE VIEJOS Y OTROS FANTASMAS
SILVIA CASTILLEJOS PERAL
El día que me volví invisible 



No sé ni en qué día estamos. 
En esta casa no hay calendarios, y en mi memoria los días están hechos una maraña. 

Me acuerdo de esos calendarios grandes, unos primores, ilustrados con imágenes de los santos que colgábamos al lado del tocador... 

Ya no hay nada de eso, todas las cosas antiguas han ido desapareciendo. 

Y yo, yo también me fui borrando sin que nadie se diera cuenta. Primero me cambiaron de cuarto, pues la familia creció. Después me pasaron a otra más pequeña aún, acompañada de una de mis biznietas. Ahora ocupo el cuarto de los trebejos, el que está en el patio de atrás. 

Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó, y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que aumenta mis dolores reumáticos. 
Desde hace mucho tiempo tenía intenciones de escribir, pero me he pasado semanas buscando una pluma, y cuando al fin la encontraba, yo misma volvía a olvidar en dónde la había puesto. A mis años, las cosas se pierden fácilmente, claro que es una enfermedad de ellas, de las cosas, porque yo estoy segura de tenerlas, pero siempre se desaparecen. 

La otra tarde caí en la cuenta de que también mi voz ha desaparecido. 
Cuando les hablo a mis nietos o a mis hijos, no me contestan. 
Todos conversan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos, escuchando atenta lo que dicen. 
A veces intervengo en la conversación, segura de que lo que voy a decirles no se le ha ocurrido a ninguno y que les van a servir de mucho mis consejos, pero no me oyen, no me miran, no me responden. Entonces, llena de tristeza, me retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar la taza de café. 
Lo hago así de repente, para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta de que me han ofendido y vengan a buscarme y me pidan disculpas. 

Pero nadie viene. 
El otro día les dije que cuando muriera entonces sí que me iban a extrañar. El niño más pequeño dijo: “¿Ah... es que tú estás viva, abuela?”. Les cayó tan en gracia que no paraban de reír. Tres días estuve llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró unos de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni los buenos días me dio. 

Fue entonces cuando me convencí de que soy invisible. 
Me paro en medio de la sala para ver si aunque sea estorbo, pero mi hija sigue barriendo sin tocarme. Los niños corren a mi alrededor, de un lado al otro, sin tropezar conmigo. Cuando mi yerno se enfermó, tuve la oportunidad de serle útil: le llevé un té especial que yo misma preparé. Se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara. Sólo que estaba viendo la televisión y ni un parpadeo me indicó que se daba cuenta de mi presencia. El té, poco a poco se fue enfriando. Mi corazón también. 

Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos de día de campo. Me puse muy contenta ¡Hacía tantos años que no salía, y menos al campo! Entonces el sábado fui la primera en levantarme. 
Quise arreglar mis cosas así que me tomé mi tiempo para no retrasarlos. 
Al rato entraban y salían de la casa corriendo y echaban bolsas y juguetes al coche. Yo ya estaba lista y, muy alegre, me paré en el zaguán a esperarlos. 
Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en el bullicio, comprendí que yo no estaba invitada, tal vez porque no cabía en el coche o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a gusto por el bosque. 
Sentí clarito cómo mi corazón se encogió. La barbilla me temblaba como cuando uno ya no aguanta las ganas de llorar. 

Vivo con mi familia y cada día me hago más vieja, pero cosa curiosa, ya no cumplo años. 
Nadie me lo recuerda. Todos están tan ocupados. Yo los entiendo, ellos sí hacen cosas importantes. 
Ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan, se besan. Yo ya no sé a qué saben los besos. 
Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que daba tenerlos en mis brazos como si fuesen míos. Sentía su piel tiernita y su respiración dulzona muy cerca de mí. 
La vida nueva se me metía como un soplo y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creía recordar... 
Pero un día mi nieta, que acababa de tener a su bebé, dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños, por cuestiones de salud. Ya no me les acerqué más, no fuera ser que les pasara algo malo a causa de mis imprudencias. 

¡Tengo tanto miedo de contrariarlos! 
Ojalá que el día de mañana, cuando ellos lleguen a viejos... 
Sigan teniendo esa unión entre ellos para que no sientan el frío ni los desaires. 
Que tengan la suficiente inteligencia para aceptar que sus vidas ya no cuentan, como me lo piden. 
Y Dios quiera que no se conviertan en "viejos sentimentales que todavía quieren llamar la atención". 
Y que sus hijos no los hagan sentir como bultos para que el día de mañana no tengan que morirse estando muertos desde antes... como yo. 
© Autor: 
Silvia Castillejos Peral









Un señor mayor llega a casa con su perro, cargado de bolsas, y empieza a escuchar los mensajes de sus hijos anunciando que están lejos, que hay trabajo, que no podrán pasar la Navidad con él.
Y así pasan los días de fiesta: el señor cambia de corbata y de chaleco, pero la soledad es la misma; la mesa puesta para uno, el árbol como única compañía …
De pronto, sus hijos reciben esquelas y llamadas… y todos vuelven, de luto, llorando y abrazándose.
Al entrar en la casa paterna, lo que encuentran es una mesa puesta y a un fantasma que revive.
“Tengo que hacer esto para veros a todos juntos?”, dice.
La pena se transforma en estallido de alegría y en cena familiar.


La triste carta a toda la sociedad 
de una abuela que se siente muy sola