EL Rincón de Yanka: JAVIER CASTILLEJO: UN CAMPEÓN IGNORADO Y MALTRATADO POR EL PERIODISMO ESPAÑOL

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lunes, 6 de marzo de 2017

JAVIER CASTILLEJO: UN CAMPEÓN IGNORADO Y MALTRATADO POR EL PERIODISMO ESPAÑOL





"Muchas veces me he sentido 
maltratado por el periodismo español"

JORGE SANZ CASILLAS PUBLICA ‘ASALTO AL CIELO', LA BIOGRAFÍA DEL MEJOR BOXEADOR ESPAÑOL DE LA HISTORIA
Cuando se escucha el nombre de Javier Castillejo es fácil recordar su imagen de rodillas sobre el ring con los brazos en alto celebrando la victoria de cualquiera de sus títulos más relevantes. Si además esos recuerdos se enlazan y se les busca un hilo conductor que recuerde todo lo que está detrás de esas victorias se obtiene un resultado magnífico.
📘Eso es lo que ha recreado Jorge Sanz Casillas, periodista de ABC y autor de ‘Javier Castillejo: Asalto al cielo' (Editorial Pygmalyon), una obra que rebobina la vida del mejor boxeador español de la historia, desde su nacimiento hasta su retirada como boxeador profesional.
Castillejo con 72 combates como profesional a sus espaldas, ocho veces campeón del mundo entre sus dos pesos (superwelter y medio) y una vida cimentada en el sacrificio, la constancia y perseguir su sueño de ser un gran boxeador desde que era pequeño, vio en Jorge Sanz a la persona indicada para recrearle todos los pequeños detalles de su vida y dar forma a una biografía sobre un boxeador totalmente equilibrada, con las cosas buenas de Castillejo pero también con las malas, sin ningún tipo de censura.

De ser aquel niño pequeño al que repelían en Alemania por ser español en sus primeros cursos de enseñanza, a su vuelta a España y su pasión por el noble arte; de Tristán su primer entrenador, de su madre Isabel, que a pesar de no querer ese deporte en la vida de su hijo no dudó jamás en darle la mano y subir con él a lo más alto, a la preparación de aquellos míticos combates con Razzano, Felix Sturm y Oscar de la Hoya, las 15.000 personas que vieron en La Cubierta de Leganés proclamarse al Lince de Parla campeón del mundo.

Estos son los temas que el libro aborda de una forma tan completa que permiten al lector sentirse parte de esta obra, y verlo con tus propios ojos.

Tras 52 horas de grabaciones, más de 70 entrevistas, gran cantidad de videos de archivo de TVE, Antena3 y Globomedia, y un gran número de noticias en los periódicos, se ha obtenido la recopilación más sincera y sin filtros de toda la trayectoria profesional y la vida más íntima y personal del Lince de Parla en 260 páginas.

En la actualidad, el boxeo sigue formando parte de la vida de Castillejo: ‘Nací boxeador y moriré siendo boxeador'. Tiene su propia escuela de boxeo en Parla (Madrid) y actualmente es entrenador de figuras que compiten a nivel profesional como Clark Telemanou.

Un campeón ignorado

En España el boxeo tiene una connotación negativa para gran parte de la sociedad y es tratado con suma indiferencia por los medios de comunicación. El caso más resonante es el del ex campeón superwelter y mediano, Javier Castillejo, quien adquirió mayor popularidad por participar de un reality show en Kenia que por sus títulos mundiales.
“Como boxeador, nací en el país equivocado”(1), señala Francisco Javier Castillejo y tiene razón. Nacido en 1968 en la localidad de Parla, Madrid, este hombre es el símbolo distintivo del sacrificio recompensado en logros personales pero no en el reconocimiento público. Ni siquiera haberse convertido en el primer español en consagrarse campeón mundial en dos categorías distintas (superwelter y mediano) fomentó algún tipo de agasajo; tampoco el hecho de ser el pugilista hispano con mejor palmarés a lo largo de la historia. Ninguno de sus logros fue motivo suficiente para homenajes televisivos, recibimientos masivos y, mucho menos, la felicitación del rey Juan Carlos I. Apartado de los flashes e increíblemente ignorado por la sociedad en su conjunto, incluso hasta por actores del mundo del deporte, “el Lince de Parla” (como llaman a Castillejo) supo convivir con esa indiferencia durante sus más de veinte años de carrera profesional, que culminó el último abril. 

Los números avalan su grandeza: 6 veces campeón mundial superwelter por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), otros 2 campeonatos interinos en ese rubro, título del mundo en peso mediano por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y un récord personal de 62 victorias (43KO), 8 derrotas y 1 empate. No es menor el dato de que todos estos lauros fueron obtenidos a pesar de un casi nulo apoyo publicitario y mediático. “Esta es la peor etapa que ha vivido el boxeo. No hay televisión, no hay ayudas. Muchos profesionales tienen que trabajar por la mañana y entrenar por la tarde para salir adelante”(2), contaba Castillejo en un reportaje brindado hace unos meses, reflejando la difícil realidad del pugilismo en España por estos días.

Quizás esas condiciones sean las que terminen inclinando la balanza en la consideración de los analistas a favor del “Lince”, en desmedro de otros exitosos boxeadores nacidos en la tierra de los toros como Pedro Carrasco, José “Pepe” Legrá o José Manuel Urtain. Todos ellos, ídolos populares, pertenecieron a la época dorada del box español, cuando la prensa gráfica y la TV reproducían sus hazañas (al punto de producirse una película sobre la vida de Urtain) y los combates se realizaban con frecuencia en El Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Ese alcance trascendía además la barrera del éxito deportivo extendido ya que ninguno de los tres pudo mantenerse durante mucho tiempo en la cima, algo que sí consiguió Castillejo. 

Sin una capacidad técnica ni una velocidad de movimientos digna de admiración, el madrileño encontró en la solidez física y psíquica su mayor virtud. Consistencia y dedicación fueron las claves a partir de las cuales construyó su estilo: capaz de sobreponerse a peleas totalmente desfavorables (como ante el ruso Roman Karmazin) y dar un vuelco inesperado al desenlace con un solo golpe (como ante el bosnio Felix Sturm). Vale destacar que Castillejo luchó en el alto nivel hasta los 40 años y que enfrentó a una gran cantidad de prestigiosos contrincantes encabezados por el famoso Óscar de la Hoya –contra quien perdió la corona superwelter en 2001 tras 12 rounds muy parejos- y entre los que también se encuentran Julio Cesar Vázquez, Keith Mullings, Fernando Vargas y el ya mencionado Sturm. 

Su apellido seguramente le resultará familiar al público del boxeo en nuestro país por una situación particular que involucró al pugilista Mariano Carrera: en diciembre de 2006, Castillejo fue derrotado por el argentino en Berlín por KO técnico en un combate que ponía en juego el título mundial de la AMB en la categoría de peso mediano. Sin embargo, Carrera dio positivo de clembuterol en las pruebas antidoping realizadas y, por lo tanto, el cetro retornó, tiempo más tarde, a manos del español. 

La despedida de los rings del hombre que varios especialistas y fanáticos señalan como el más grande boxeador que ha dado España, tuvo lugar hace cinco meses en su Madrid natal y sólo pudo ser vista por los 10.000 espectadores que asistieron a La Cubierta de Leganés ya que el combate no fue televisado. El enfrentamiento de esa noche ante su compatriota Pablo Navascués fue declarado nulo por los jueces, en lo que representó un cierre un tanto injusto para un púgil de su categoría. Un final tan injusto como el trato que recibió a lo largo de su envidiable trayectoria. 

El descrédito
En la actualidad, el boxeo es muy cuestionado por muchos sectores de la sociedad española por su presunta violencia, hecho que lleva a poner continuamente en duda su condición de deporte. Desde finales de los 80, esa tendencia se ha ido acentuando al punto de que esta actividad ha sido prácticamente olvidada. Diversos factores influyeron para que ello ocurra. 

Si bien no es una polémica particular del país ibérico, ya que los cuestionamientos al box alcanzan diversas partes del planeta, existe allí una marcada tendencia a desprestigiar esta práctica deportiva asociándola al salvajismo. Esa construcción parcial, claramente incentivada desde determinados sectores, motiva el prejuicio negativo por parte del público de masas que opta mayoritariamente por una postura opositora al boxeo sin conocer en profundidad las reglamentaciones que lo regulan. La mala imagen que tienen los pugilistas en general y la escasez de espectadores en los estadios son consecuencias de este proceso. 

Sin embargo, el rasgo de violencia desmedida y bruta que se suele atribuir al boxeo no coincide con la representación tradicional y elogiosa que, muchas veces, esos mismos grupos sociales hacen de otras prácticas como la tauromaquia y las conocidas fiestas de San Fermín, evento en el que queda al descubierto la falta de un control apropiado y que se cobra regularmente víctimas. En un sitio web destinado al boxeo en España, un usuario bajo el pseudónimo “Sangchili”, refleja esto en pocas líneas: “Aquí aparece un torero (maltratador de animales) y le dan lugar en la farándula y glamour a las fiestas a las que acuden; aparece un boxeador y es delincuente y drogadicto”(3). 

Por su parte, el boxeador quilmeño Sergio “Maravilla” Martínez, vigente campeón mundial superwelter por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y establecido en España hace más de siete años, también se mostró en contra del tratamiento que se hace del box y manifestó que en esa Nación este deporte “está muriendo. Hay muchas razones pero la mayor es el movimiento político. Hay que mostrarle al público que (el boxeo) tiene una cara más limpia de la que realmente suponen”(4), expresó.

La indiferencia
En torno a esta discusión, el rol de los medios de comunicación como formadores de opinión sale a escena irremediablemente. Pero más que orientarse a desacreditar el boxeo, éstos apuntaron a censurarlo o ignorarlo, manteniéndose indiferentes frente a los distintos eventos que se desarrollan: no hay programas televisivos dedicados exclusivamente al boxeo, casi ni se transmiten peleas y las que se transmiten son de segundo o tercer orden, los relatores y comentaristas no son profesionales acreditados del box, sino especializados en otras disciplinas. 

Parece increíble que con la cantidad de oferta que brinda hoy la pantalla chica no haya espacio para un deporte tan antiguo y prestigioso como el boxeo, deporte olímpico desde 1904. La indiferencia de la TV encuentra correlato con otros medios como la radio y la prensa gráfica. En el primer caso, sólo existe un programa denominado “La historia de las 12 cuerdas” que sale al aire por la cadena COPE cada 15 días y tiene una duración de ¡15 minutos! En el segundo ítem, la realidad no es muy distinta. Los diarios deportivos más vendidos en el país (MARCA y AS) tratan con total indiferencia al boxeo. En sus versiones digitales no sólo omiten al box entre otros deportes tratados con gran empeño como el fútbol, básquetbol, ciclismo, tenis y automovilismo, sino que además lo ignoran en el lugar dedicado a “otros deportes”. En ese sentido, el yachting, el esquí y hasta el póker se ubican por encima del box, evidenciando un criterio de selección, por lo menos, discutible.

Ese criterio tan particular llevó precisamente al desconocimiento general sobre una figura como Javier Castillejo, que se hizo más conocido por participar en un reality show en África que por sus actuaciones dentro de un cuadrilátero. De hecho, la situación es tan grave que ahora los amantes del pugilismo solicitan vía Internet un lugar en el espacio televisivo: por ejemplo, la página web “soloboxeo.com”(5) realizó hace poco más de un mes una petición a la naciente señal Popular TV para incorporar un programa referido al boxeo en su programación. 

Según Castillejo, el esfuerzo que realiza un boxeador para llegar a la élite no puede ser conocido por la gente porque los medios no le prestan atención a estas cuestiones, y ese desconocimiento, influenciado por recurrentes visiones negativas sobre este deporte, conduce a la descalificación. “Llevo 20 años boxeando y no me había podido quitar esa mala imagen del boxeo. Ahora lo he hecho, pero con un reality. He demostrado que soy una persona normal, no un loco ni un matón”(6), explicó Castillejo al ser eliminado del show. 

Las divisiones
Por último y es justo señalarlo, la fragmentación del boxeo masculino en varias asociaciones internacionales ha sido otro factor que atacó contra su popularidad en numerosos países. La superpoblación de campeones mundiales en las distintas categorías promovió el desinterés de un público, que ya no se identificó de forma tan activa con los pugilistas. 

Los héroes nacionales y globales que nacieron por la década del 20 empezaron a desaparecer a finales de los 80. Quizás el ejemplo más claro de esto puede apreciarse en la Argentina: el amplio grado de adhesión popular que obtuvieron reconocidos boxeadores -pero con escasas logros internacionales- como Ringo Bonavena o Nicolino Locche, contrasta con la moderada popularidad de Omar Narváez, hombre que con 17 triunfos consecutivos posee el récord argentino de defensas por un título mundial (peso mosca de la OMB). En España el paralelismo puede realizarse con las personalidades de José Legrá y el propio Castillejo; el viejo ídolo de multitudes contra el reciente multicampeón ignorado.