EL Rincón de Yanka: CAPITANES INTRÉPIDOS (CAPTAINS COURAGEOUS) Y AMIGOS BAJO EL SOL (CATTLE DRIVE)

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domingo, 19 de noviembre de 2017

CAPITANES INTRÉPIDOS (CAPTAINS COURAGEOUS) Y AMIGOS BAJO EL SOL (CATTLE DRIVE)

Capitanes Intrépidos 
La regalada vida de Harvey, el malcriado y consentido hijo de un multimillonario magnate, cambiará de golpe cuando se vea a bordo del pesquero We're Here, en el que descubrirá los rigores y las penurias de la vida en alta mar, y sobre todo, el valor del trabajo, la disciplina y la camaradería. Además de una novela de aventuras, "Capitanes intrépidos" es una historia sobre la madurez, la responsabilidad y el sentido del deber.
Publicada en 1897, Capitanes Intrépidos (Captains Corageous), del británico Rudyard Kipling, es una novela de aventuras clásica, con la acción y el desarrollo típicos del género, poseedora de un ritmo muy vivo y un estilo vigoroso, pero que además del propósito lúdico tiene una clara intención moralizante, enfocado al público juvenil.

Destacan los mensajes positivos que transmite (lo que hoy llamamos valores), la caracterización de los personajes, la cuidada ambientación, su desarrollo vivaz y, como veremos, el haber sido eclipsada en popularidad por su versión en celuloide.

El resumen es sencillo, porque la historia os sonará: 

Harvey es un joven repelente, arrogante y presuntuoso, hijo de un multimillonario magnate de los transportes. Su padre, centrado en sus negocios, apenas le presta atención y le concede una vida fácil llena de lujos (con apenas dieciséis años tiene doscientos dólares de la época al mes para sus gastos, cuando el sueldo de un obrero podía ser de treinta o cuarenta como mucho). En un viaje a bordo de un enorme trasatlántico, se cae por la borda, mareado por un fortísimo cigarro que se fuma para impresionar a otros viajeros. 


Es recogido por Manuel, un marinero portugués que pertenece a la tripulación del pesquero We're here, capitaneado por el veterano Disko Troop. Una vez a bordo, comienza por comportarse de forma déspota y exigente, pero tras ser puesto a raya por Troop, termina sirviendo como grumete, amistando con Dan (el hijo del capitán), madurando a marchas forzadas, disfrutando de la vida a bordo y de la camaradería del resto de marineros, sintiéndose orgulloso de sus logros, saboreando la sensación de pertenencia a un colectivo y, en resumen, cambiando y convirtiéndose en una mejor persona, un «joven adulto» despierto, maduro y voluntarioso que reniega de su vida anterior. 
Si debo destacar un elemento definitorio de esta novela (tema moral aparte, del que hablaremos) es su ritmo ágil, su amenidad, lo rápidamente que transcurre todo, convirtiéndolo en una lectura muy agradable que, ayudada por su delicioso tono de aventura clásica, de novela de viajes, y por su ambientación «exótica», hacen que se lea con rapidez y resulte liviana, pudiéndose devorar en un par de tardes. 
Kipling conoció los Estados Unidos, que recorrió, y para su libro se vale de la mítica industria pesquera del Estado de Massachusetts (en cuyas costas comienzan Moby Dick y Las aventuras de Arthur Gordon Pym), radicando al We're Here en una localidad llamada Gloucester, sede de la flota bacaladera en la que destaca, entre todos, el barco del capitán Disko Troop. Si bien la pesca del bacalao no tiene el exotismo ni la épica de otras grandes odiseas marinas, el autor consigue darle un cariz heroico, convirtiéndola en una lucha del hombre contra los rigores del Atlántico, y en una persecución casi frenética de los bancos de peces, a los cuales el experimentado Troop y su tripulación casi parecen presentar batalla en vez de pescarlos. 

Kipling muestra a la marinería como un colectivo unido, como un universo propio con sus reglas, tradiciones, usos y costumbres, con sus rencillas, bromas y enemistades (los de Gloucester sienten una especial antipatía por los marineros franceses), pero que siempre disfruta del ambiente de trabajo y de competencia que se propicia cuando barcos de tan distintas procedencias y nacionalidades se dan cita en un caladero para hacerse con el precioso pescado, y donde el mayor orgullo es llenar hasta arriba de bacalao salado las bodegas y regresar al hogar antes que los otros barcos. 

Hi, Hi, Yoho. 
¡Mandad vuestras cartas!
¡Hemos gastado toda la sal, 
hemos levado el ancla!
Aferrad vuestras velas mayores,
volvemos a la patria con mil quinientos quintales
y otros mil quinientos quintales.
Mil quinientos quintales hasta los topes

El resumen es sencillo, porque la historia os sonará: Harvey es un joven repelente, arrogante y presuntuoso, hijo de un multimillonario magnate de los transportes. Su padre, centrado en sus negocios, apenas le presta atención y le concede una vida fácil llena de lujos (con apenas dieciséis años tiene doscientos dólares de la época al mes para sus gastos, cuando el sueldo de un obrero podía ser de treinta o cuarenta como mucho). En un viaje a bordo de un enorme trasatlántico, se cae por la borda, mareado por un fortísimo cigarro que se fuma para impresionar a otros viajeros. Es recogido por Manuel, un marinero portugués que pertenece a la tripulación del pesquero We're here, capitaneado por el veterano Disko Troop. Una vez a bordo, comienza por comportarse de forma déspota y exigente, pero tras ser puesto a raya por Troop, termina sirviendo como grumete, amistando con Dan (el hijo del capitán), madurando a marchas forzadas, disfrutando de la vida a bordo y de la camaradería del resto de marineros, sintiéndose orgulloso de sus logros, saboreando la sensación de pertenencia a un colectivo y, en resumen, cambiando y convirtiéndose en una mejor persona, un «joven adulto» despierto, maduro y voluntarioso que reniega de su vida anterior. 

Dentro de todos estos personajes, Harvey es, evidentemente, el protagonista, y la historia, narrada en tercera persona, versará sobre él, siendo el eje argumental la transformación que sufrirá a lo largo del relato, de joven burgués indolente a avispado grumete amante de la rigurosa y fatigosa vida de un barco pesquero. Será al final del libro cuando esta intención moral de Kipling se haga más notoria, y vemos a través de los logros de Harvey, de cómo reconduce su vida y de cómo desprecia los lujos y la frivolidad de su existencia pretérita, que el autor desea exaltar las virtudes del trabajo duro y disciplinado, así como la importancia de la figura paterna en la educación de los niños. 

Porque Disko Troop, que se presenta como antítesis del padre de Harvey, no sólo es el capitán del We're Here, sino que es también el padre de Dan (el grumete que se convertirá en el inseparable amigo y apoyo de Harvey) al que trata con exigencia y con rigurosidad, pero con justicia, y al que no descuida un momento. Troop es, en general, una figura paterna, en cuanto se desvela por su tripulación, la cual le trata con admiración y respeto, que se extienden a toda la flota bacaladera, en la que es un referente por su experiencia y su habilidad. 

El valor de la camaradería, de la confianza en los otros miembros de la tripulación, personas de las que puede depender la propia vida, y cuya vida depende de la de uno, es otro de los elementos morales que vemos claramente en esta novela. Que Harvey comprenda la importancia de su responsabilidad para con el grupo es algo que Kipling maneja como motor de la trama, y a la par que aprende a desenvolverse en el entorno, que muestra el proceso de maduración y de metamorfosis del protagonista. 

Así que Capitanes intrépidos es, en resumen, una novela de viaje personal, un "bildungsroman" (novela de formación o iniciación) en el que Harvey es arrancado de su existencia y expuesto a un viaje tanto físico como vital, haciéndole madurar y desarrollar habilidades que le permitan completar airoso su aventura, de la que saldrá fortalecido como individuo. De tal manera que el autor, valiéndose de un argumento emocionante, una ambientación atractiva y de un estilo narrativo ameno y animado, crea una historia que es un clásico de la literatura que recomiendo leer a los amantes de las grandes novelas de aventuras decimonónicas y que puede resultar una lectura más que agradecida para cualquiera. 

Entre todas las licencias artísticas que Victor Fleming se tomó para articular su versión de Capitanes Intrépidos, brilla con especial intensidad la escena de Manuel cantando, acompañado por su zanfoña, la canción «Ah oh little fish, don't cry, don't cry...» [Vídeo]

Que tiene una curiosa historia detrás. Si bien está compuesta por dos señores que se llaman Gus Khan y Franz Waxman, hay, al menos, tres posibles precedentes:

1) La canción navideña popular catalana titulada El noi de la mare, cuya interpretación más famosa (casi diré recuperación, pues se basa en una pieza del siglo XVI) es obra del compositor y guitarrista catalán Miguel Llobet. [Vídeo]
2) La canción de cuna tradicional australiana The Little Fish, muy extendida en North Queensland, pero a la que atribuyen origen portugués. [Vídeo]
3) La pieza Gaitas, del compositor y guitarrista Santiago de Murcia, madrileño, que compuso diversas piezas de inspiración gallega. Se incluye en Folías Galegas, de su Códice Saldivar IV, de 1732. [Vídeo (atentos a partir del minuto 1:40)]





"Amigos bajo el sol" es "Capitanes intrépidos" (1937) llevada al Oeste. Niño rico y mimado que, por accidente, entrará en un mundo de hombres duros, trabajadores y nobles; niño acogido por tipo rudo de gran corazón, que le enseñará a ganarse la vida con esfuerzo y honradez, y, hará de él todo un hombre; niño, finalmente, admirado y querido por todos por sobrevivir en tan duras circunstancias. Hasta muchos pequeños detalles son un calco de "Capitanes intrépidos". Ahora vendría la gran pregunta: 

¿Por qué "Amigos bajo el sol" no desmerece (o desmerece muy poco) en comparación con la obra maestra de Fleming?

1.- Falta absoluta de pretenciosidad.
2.- Kurt Neumann. No sé si son cosas mías pero me parecen absolutamente limpias e impecables las escenas del caballo salvaje superando en velocidad al resto de caballos y las de las estampidas del ganado.
3.- Fotografía excelente de los espacios abiertos.
4.- Naturalidad en su plausible mensaje. Dan coloca la silla sobre el caballo y habla de su padre.
5.- Ni McCrea es Spencer Tracy ni Dean Stockwell es Freddie Bartholomew, pero dan la talla.
6.- Su poético final. Son unos quince segundos, y me recuerda a los versos de Mississippi en "El Dorado":

"Montes de luna cruzando
bajando a valles de sombra
cabalga siempre osado en busca de El Dorado"